NIETZSCHE
MATERIALES PARA EL TEXTO DE NIETZSCHE
CONTEXTO
La época de Nietzsche (1844-1900) es el siglo de la revolución industrial, que se caracterizó por un aumento considerable de trabajadores asalariados, necesarios para realizar el trabajo mecanizado de las fábricas. A ello contribuyó la acumulación de riqueza y la aplicación de la máquina de vapor. Su resultado fue el desarrollo del capitalismo liberal y los movimientos obreros revolucionarios. El filósofo que giraría la filosofía hacia la praxis para criticar el primero y servir de teórico fundamental a los segundos sería K. Marx, que junto con Nietzsche y Freud protagonizan la denominada (según Ricoeur) filosofía de la sospecha.
Nietzsche nació en una pequeña aldea alemana en la Sajonia prusiana. Estudió teología y filología clásica. Fue catedrático de filología clásica en la Universidad de Basilea. Llevó una vida solitaria y errante que finalizó dramáticamente en 1900 después de una penosa enfermedad.
La pequeña burguesía continuó sus pretensiones de igualdad social y se sumó a las demandas de derechos políticos y laborales de los trabajadores asalariados. En lo político, se modifica el modelo de alianzas políticas entre los diversos países de Europa. Prusia, con la unificación alemana, hace girar la política europea a su alrededor. Con el fracaso de la revolución de 1848 aumenta la "reacción” con una vuelta a los regímenes autocráticos, intentando frenar al liberalismo.
Alemania se convirtió en una poderosa nación, ya que Bismarck, primer ministro de Prusia, había conseguido la unificación de sus Estados, primero en la Confederación Alemana del Norte y, luego, incorporando los del sur. Promulgó una Constitución que establecía un órgano de representación de los Estados soberanos, aunque el Parlamento no tenía control sobre el gobierno prusiano. Era un gobierno entre el nacionalismo liberal y el centralismo político.
Por otra parte, la industrialización del país, la educación y la formación de los funcionarios contribuyeron a un extraordinario desarrollo económico y a formar un Estado fuerte, frente al cual algunos pensadores, como Nietzsche, afirmaron el valor absoluto del individuo y de la libertad.
En lo religioso, el Papa Pío IX que comenzó apoyando las reformas liberales, al estallar la revolución, cambia de postura y pasa a condenar todas las ideas modernas: libertad de culto y conciencia, libertad filosófica y científica: separación de Iglesia y Estado, liberalismo, moral laica. Se da una desacralización de la sociedad y una crítica a la religión.
El movimiento cultural que más en relación se encuentra con el pensamiento de Nietzsche es el romanticismo, que nació a finales del siglo XVIII. Durante toda su vida Nietzsche quizo desentrañar el romanticismo y su sentido de la música, pues no aceptaba que su destino fuese sólo el de despertar los sentimientos desterrando a la razón. Bajo la influencia de Wagner, Nietzsche escribió El nacimiento de la tragedia. Nietzsche coincidió con Wagner en que el verdadero arte, armónico con la sociedad, era el arte griego, y que el mundo cristiano era el culpable del estado miserable en que se encuentra el ser humano, porque el cristianismo es hostil a la vida. Frente a este Wagner anticristiano, Wagner cambió su posición (Parsifal) y su pensamiento fue rechazado por nuestro autor. Su relación con Wagner fue la causante de que se atribuyeran a Nietzsche pensamientos que nunca compartió, relacionados con la misión histórica del pueblo alemán y ciertos mitos sociopolíticos que fueron utilizados más adelante por los teóricos del nazismo.
Todo el siglo XIX está teñido de romanticismo; tanto en la historia como en las artes se puede apreciar el interés por lo antiguo y el mundo clásico, el amor por la naturaleza y el análisis de la vida interior del hombre.
Ante todo esto, Nietzsche reacciona: contra el racionalismo e idealismo de Hegel, contra la absolutización de la ciencia que hace del positivismo sociológico y biológico la única forma de entender el mundo; contra el convencionalismo de la moral tradicional que no deja manifestarse al hombre como es y le oprime. De aquí la exaltación de la vida como forma de entender al hombre, su crítica a la cultura establecida como anuladora del verdadero ser del hombre y la búsqueda de nuevos valores vitales. .
Al final del siglo hacen aparición otras corrientes con intereses muy distintos. El realismo y el naturalismo atenderán la realidad social y la vida cotidiana. Otros movimientos, el impresionismo, el expresionismo, el simbolismo viran hacia formas más libres o cierta conciencia social.
En el marco filosófico, el filósofo del romanticismo fue Hegel para el que existe una única realidad regida por las leyes del pensamiento. Además Hegel prima el conocimiento de lo absoluto, algo descartado por la crítica kantiana como conocimiento posible. La izquierda hegeliana tomó los elementos más revolucionarios del método hegeliano y Marx se sitúa en dicha ala pero en discusión crítica con ella. Nietzsche se opondrá a todos ellos y en particular no aceptará el redentorismo marxista. De la filosofía anterior valora la crítica kantiana a la metafísica, pero no acepta al regreso teológico de Kant en su filosofía práctica. Asimismo se mostró crítico con el positivismo de Comte y el mecanicismo de las ciencias positivas. Encontró con Schopenhauer muchos puntos de conexión aunque se distanciará de él. Nietzsche se enmarca en el vitalismo, que considera la vida como el valor esencial y que detecta los elementos irracionales que nos mueven a razonar. Tanto el vitalismo como el historicismo son corrientes que pretenden desvelar lo petrificado de la razón clásica occidental de cuño platónico.
Es por lo tanto una época en la que confluyen corrientes muy variadas en todos los campos sociales y de gran actividad científica en todas las ramas. Son destacables los avances en física de la energía (Clausius), las ciencias biológicas (darwinismo, teoría celular). Las teorías darwinistas tuvieron eco tanto en la producción filosófica de Marx como en el vitalismo nietzscheano. En ciencia, se advierte también una producción que prepara el camino a las rupturas de la segunda revolución científica (siglo XX) como el electromagnetismo de Maxwell o las geometrías no euclídeas (Riemann).
Nietzsche escribió de sí mismo en Ecce Homo: “No soy un hombre, soy dinamita”. En efecto es una dinamita filosófica que se dirige en nombre de la vida, contra una cultura decadente que, a su juicio, dominaba en su contexto social y abarca toda la historia de la filosofía que recorre dicha cultura occidental como historia de un error de origen socrático-platónico extendido vulgarmente por el cristianismo (platonismo para el pueblo). Critica el afán racional occidental que limita la vida y la interpretación de la realidad. Critica la moral cristiana por ser una moral de esclavos contraria a la vida y una racionalidad que invierte la realidad. Ya Schopenhauer había apuntado las limitaciones de un conocimiento racional que nos hunde en el mundo y en el fondo depende de elementos irracionales. El arte es una posibilidad de liberación en ese pesimismo aunque Nietzsche será crítico con el pesimismo que destila.
Nietzsche filosofará “con el martillo” , desde un reconocimiento a los filósofos de la physis (presocráticos), la inversión del platonismo y un regreso al instinto, a la exaltación de la vida, y a la destrucción de todos los valores éticos, estéticos y epistemológicos simbolizada en la “muerte de Dios” y a la transmutación de los valores reflejada en la propuesta del “superhombre”.
Su filosofía está oculta detrás de un lenguaje lleno de imágenes, aforismos, sin sistematismo ni una secuencia progresiva. Sus diferentes etapas tienen un núcleo común: una recuperación de la vida como valor esencial y la inversión de los falsos valores que la ahogan. Esto permite caracterizarle, dentro de su absoluta originalidad, como vitalista. Las etapas de su filosofía a las que Nietzsche se refiere como pieles de serpiente o máscaras, son las siguientes:
a) Filosofía de la noche: influencia de Schopenhauer y Wagner. Filosofía de cuño romántico.
b) Filosofía de la mañana. Influencia de Voltaire y los ilustrados francesas. Se produce un rechazo de tipo positivista de la religión y la metafísica aunque se distanciará críticamente de dicha filosofía.
c) Filosofía del mediodía. Formula sus ideas principales, la transvaloración de los valores, la muerte de Dios y el superhombre, la idea de voluntad de poder, el eterno retorno.
d) Filosofía el atardecer. Culmina la crítica a la cultura occidental, la filosofía, la religión y la moral tradicionales.
De interés: http://www.sabuco.com/filosofia/hfilosofia/f_nietzsche.htm
Influencias-contexto filosófico (de la anterior)
En su juventud quedará seducido por Wagner y su música, donde aparece lo épico y los mitos populares alemanes. Wagner será por un tiempo el prototipo del artista creador comparable con los creadores griegos. Wagner representa para él la esperanza del espíritu libre revelador del misterio de la vida. Con la obra Parsifal le decepciona porque representa y colabora con la farsa cristiana y como consecuencia de ello, rompe con él.
Schopenhauer será su otra gran influencia en esta etapa. La vida es vivida como una fuerza irracional, cósmica y material, como un destino que domina desde los seres inanimados al hombre. El hombre está condenado al fracaso y sólo la creación artística (sobre todo la música) podrá acercarlo a la voluntad libre, original y liberarlo del pesimismo aniquilador.
Conoce las obras de Kant al que cita con respeto, pero se opone a él porque cree que la razón debe estar al servicio de la vida y no funcionando en el vacío.
Stirner le influirá con la defensa a ultranza que hace del individualismo, como consecuencia de una libertad sin límites ni cadenas de ningún tipo (morales, políticas, religiosas).
Literariamente estará influido por Goethe y Heine. En Niza descubre la literatura de Dostoievski al que lee en francés y del que quedará prendado por la profundidad psicológica de sus personajes. Admira con gran entusiasmo también a Stendhal y a Voltaire. Admira y está en el centro de la intelectualidad que canta a las grandes figuras amorales del Renacimiento.
Además de la crítica general al platonismo bajo todas las formas que adoptase,las corrientes filosóficas de su tiempo que más influyeron sobre su pensamiento fueron las siguientes:
1. Positivismo.
August. Comte (1798-1857) es el fundador del Positivismo. El Positivismo rechaza lo metafísico y lo que le interesa es lo verificable: lo positivo. La razón científica es el modelo de verdad y no ya los dioses o los conceptos abstractos.
Los vitalistas en general, y Nietzsche en particular, rechazan el Positivismo por razones no estrictamente gnoseológicas: "el conocimiento se revalida con opiniones vivas y no con la posesión de un gabinete de fósiles en sus cabezas", la actividad humana -que debe vivirse individualmente- es preferible al pasivo orden de la verdad científica.
2. Evolucionismo.
Charles Darwin (1809-1882) descubre el mecanismo evolutivo de las especies mediante la selección natural, que opera a través de la lucha por la existencia y la supervivencia del más apto. De este modo, son los más aptos los que más se reproducen; los menos aptos perecen.
Sin embargo, Nietzsche, interpretando el concepto de "apto" como el más fuerte, pone en cuestión el darwinismo, en su aplicación a la especie humana, al sostener que en ella no se ha producido la supervivencia del más fuerte, sino del más débil. Reprocha a Darwin que en la lucha por la existencia ha olvidado el espíritu, es decir, la astucia, la inteligencia, que es el instinto de conservación de los débiles.
3. Socialismo utópico y socialismo científico.
Los socialistas utópicos del siglo XIX (Saint-Simon, Owen, Fourier y Proudhon – también citado a menudo como anarquista, aunque de tinte utópico) se mantienen en el ámbito teórico, proponiendo su nueva organización social sin explotación en el plano de la utopía. Marx (1818-1883) dio un paso más al afirmar que el socialismo no sólo es deseable, sino posible y necesario: ocurrirá como un producto necesario de las tensiones cada vez mayores que se generan en el seno de la sociedad entre los burgueses y los proletarios.
Sin embargo, tampoco el socialismo se halla a salvo de sus andanadas. Por un lado, Nietzsche no se dirige a la masa gregaria, sino al hombre creador e insatisfecho; se ha dicho incluso que Nietzsche sería un ilustrado elitista, lo cual lo situaría frente al socialismo, al que concebiría como un igualitarismo por lo bajo. Además, y esto es aún más importante, denuncia a socialistas, anarquistas y liberales, a los que caracteriza como prolongadores de una moral cristiana “del rebaño"; se proclaman igualitaristas, pero al igual que los judeo-cristianos, tras sus concepciones del mundo y el hombre, alientan el mismo resentimiento contra el hombre superior.
4. Utilitarismo.
Autores como Bentham (1748-1832) y John Stuart Mill (1806-1873) son los más conocidos de esta doctrina político-moral según la cual lo bueno está en función de lo útil, especialmente de lo útil en sentido social. De este modo, medimos la bondad moral de un acto por las repercusiones que tenga sobre la felicidad del colectivo, quedando así sometido a las exigencias del orden y buen funcionamiento social y perdiendo la autonomía moral en favor de criterios utilitarios de carácter socio-político.
De estos "psicólogos ingleses", "espíritus mediocres", dice Nietzsche al comienzo de la Genealogía, les falta espíritu histórico: "Como es ya viejo uso de filósofos, todos ellos piensan de una manera esencialmente a-histórica", pues confunden el origen genuino y primero de los valores morales con su utilidad supuesta, como si a los que acuñaron inicialmente los valores les importara la utilidad.
5. Vitalismo.
A lo largo del siglo XIX, especialmente en su segunda mitad, y posteriormente en el XX, aparece un grupo de filósofos a los que suele agruparse bajo el nombre de vitalistas y/o existencialistas. La nómina es larga y no siempre se coincide en todos, pero pueden darse sin excesivos recelos los nombres de Schopenhauer (1788-1860), Kierkegaard (1813-1855) y Nietzsche (1844-1900).
En general, todos ellos entendieron "vida", no en un sentido puramente mecanicista, sino más bien como vida humana, es decir, se trata de una cuestión de valores humanos más que de procesos biológicos. Lo que los une es, sobre todo, su oposición frontal a la filosofía de Hegel. Para éste, la historia es el desarrollo de la Idea, que va desenvolviéndose y manifestándose en los acontecimientos sucesivos; el hombre -el individuo- no es más que un instrumento de este transcurrir, un eslabón en esa cadena. Se sitúan igualmente frente al Positivismo cientificista de Comte y frente al materialismo de Marx. Este atacó al idealismo hegeliano, volviendo sus ojos hacia el sujeto, pero interpretó la evolución histórica a partir de datos económicos y socio-políticos. Sin embargo, los vitalistas no siguieron ni la línea hegeliana ni la de Marx.
TEXTO PROPUESTO
De cómo el «mundo verdadero» se convirtió en fábula
Historia de un error (en El crepúsculo de los ídolos)
1. El mundo verdadero, asequible al sabio, al piadoso, al virtuoso, -él vive en ese mundo, es ese mundo. (La forma más antigua de la Idea, relativamente inteligente, simple, convincente. Transcripción de la tesis «yo, Platón, soy la verdad»). 2. El mundo verdadero, inasequible por ahora, pero prometido al sabio, al piadoso, al virtuoso («al pecador que hace penitencia»). (Progreso de la Idea: ésta se vuelve más sutil, más capciosa, más inaprensible, -se convierte en una mujer, se hace cristiana...). 3. El mundo verdadero, inasequible, indemostrable, imprometible, pero ya en cuanto pensado, un consuelo, una obligación, un imperativo. (En el fondo, el viejo sol, pero visto a través de la niebla y el escepticismo; la Idea, sublimizada, pálida, nórdica, königsburguense). 4. El mundo verdadero -¿inasequible? En todo caso, inalcanzado. Y en cuanto inalcanzado, también desconocido. Por consiguiente, tampoco consolador, redentor, obligante: ¿a qué podría obligarnos algo desconocido? ... (Mañana gris. Primer bostezo de la razón. Canto del gallo del positivismo). 5. El «mundo verdadero» -una Idea que ya no sirve para nada, que ya ni siquiera obliga, -una Idea que se ha vuelto inútil, superflua, por consiguiente una Idea refutada: ¡eliminémosla! (Día claro; desayuno; retorno del bon sens y de la jovialidad; rubor avergonzado de Platón; ruido endiablado de todos los espíritus libres) 6. Hemos eliminado el mundo verdadero: ¿qué mundo ha quedado?, ¿Acaso el aparente?... ¡No!, ¡al eliminar el mundo verdadero hemos eliminado también el aparente! (Mediodía; instante de la sombra más corta; final del error más largo; punto culminante de la humanidad; INCIPIT ZARATHUSTRA). |
Trad. Sánchez Pascual. Alianza Editorial
ANÁLISIS del TEXTO
Luis Martínez Conesa – Nietzsche – Análisis y explicación del texto
SFRM – www.sociedadfilosofia.org
Nietzsche nos cuenta la historia de los avatares de la idea cuya falsedad ha desenmascarado y cuya génesis ha explicado en el capítulo anterior: la idea del "mundo verdadero", a lo largo de la historia de la filosofía y de la cultura occidentales. Esta idea ha terminado por ser reconocida como lo que era desde un principio: como una "fábula", como una creación "artística" (aunque privada de vigor dionisíaco) al servicio de una voluntad nihilista, la del filósofo, que para afirmarse tiene que negar la vida, el devenir, e inventar otra vida mejor, un mundo del ser. Pero esta "fábula" no ha sido una fábula cualquiera: ha constituido el armazón ideológico de la cultura occidental, cuya historia es, por tanto, la historia del nihilismo. Ahora bien, según Nietzsche, esta fábula ha perdido ya su credibilidad como consecuencia de un proceso por el que la misma voluntad nihilista que animaba a la filosofía ha terminado por destruir la ilusión que ella misma había creado, poniendo a la cultura occidental ante el dilema de hundirse en la nada o crear nuevos valores. Veamos lo que dice Nietzsche.
1. El primer momento o etapa de esta historia es el momento inaugural de la filosofía occidental. El acontecimiento es la invención del mundo-verdadero, es decir: el desdoblamiento del mundo. El autor de esta invención: Platón, aunque en el capítulo anterior Nietzsche había rastreado la prehistoria del error del ser en el pensamiento presocrático. El mundo de las ideas platónicas se configura como un lugar accesible a través de un proceso de formación moral e intelectual (paideia) de cierto tipo de individuo: el filósofo, paradigma de sabio, piadoso y virtuoso. El mundo de las ideas, el mundo "verdadero", es el objeto del conocimiento en el que consiste la virtud. A través de la dialéctica, la mente del filósofo va apropiándose poco a poco de “porciones” cada vez mayores del mundo de las ideas hasta alcanzar el fundamento último del ser y del valor: la Idea del Bien. En ese momento, el mundo verdadero está contenido en la mente del filósofo, que se convierte en el lugar de la verdad, en el lugar del desocultamiento del ser. Por eso dice Nietzsche que él es ese mundo y que el platonismo es la transcripción de la tesis "yo, Platón, soy la verdad".
2. Con el cristianismo, la fábula del mundo verdadero entra en una segunda etapa, lo cual supone un cambio de la Idea (e incluso un progreso, dice Nietzsche). Este cambio es doble: Por un lado, el mundo verdadero se declara inasequible en esta vida, si bien se le hace objeto de una promesa cuyo cumplimiento se posterga a la otra vida. Al introducir un abismo también temporal entre el mundo verdadero y el mundo aparente, la desvalorización de esta vida es aún mayor que en la etapa anterior (quizá por eso dice irónicamente que la Idea experimenta un progreso). Sólo en la otra vida, la mente del sabio, del virtuoso, se unirá al fundamento del ser y del valor, se unirá a Dios. Por otro lado, consecuentemente, cambia la forma en que la fábula dota de sentido y de valor a la vida de quien cree en ella, a la vida del filó-sofo, del que aspira a la sabiduría. En Platón, esto se hacía de un modo relativamente simple y convincente: el filósofo se decía a sí mismo: "llega a ser lo que eres", es decir, "da cumplimiento, perfección, a tu naturaleza como ser racional, conviértete en el lugar de la verdad". En cambio, en el cristianismo, se dice: "reconoce la culpabilidad, la pecaminosidad de tu existencia y paga tu culpa, expía tu pecado, destruyendo tu naturaleza, como condición para llegar a ser lo que no eres". El cristianismo dota de sentido la existencia del hombre alimentando su esperanza, pero a condición de sumir al hombre previamente en la desesperación acerca de su capacidad para alcanzar la verdad.
La observación entre paréntesis acerca del progreso de la Idea es realmente enigmática, sobre todo, cuando dice que la Idea "se convierte en una mujer". El encanto de la mujer, tal como Nietzsche lo explica en un aforismo de La Gaya Ciencia, deriva de su incomprensibilidad y ésta, a su vez, de su capacidad para mantener la distancia frente al amante que la contempla sin poder estar nunca seguro de merecerla, de ser digno de ella. Quizá esta sea la clave para comprender la metáfora, pues también la Idea en el cristianismo (es decir, Dios) se define por su incomprensibilidad y su distancia, que generan en el hombre la misma incertidumbre acerca de su dignidad para recibir la Gracia.
3. La tercera etapa en esta historia la representa la filosofía kantiana. Aquí la capacidad de la fábula del mundo verdadero para dotar de sentido a la existencia humana se ve reducida, pierde vigor, puesto que se declara que el mundo verdadero no sólo es inasequible, sino también imprometible. Frente a Platón, Kant niega la capacidad de la razón para conocer el ser en sí de las cosas. En este sentido, es un escéptico. Pero, con respecto al cristianismo, Kant lleva a cabo una curiosa operación: en sus manos, el Dios de la teología cristiana deja de ser el objeto cuya existencia real y demostrable garantiza la credibilidad de la promesa de salvación, para convertirse en un objeto meramente pensado como postulado (indemostrable) de la razón práctica, en el contenido de una mera creencia necesaria para evitar la contradicción trágica entre la búsqueda virtud y el logro de la felicidad. Ninguna de las dos se realizará nunca plenamente, pero esto no sólo no anula el carácter incondicionalmente obligatorio de la ley moral, sino que la idea, el pensamiento, de la posible realización de la virtud y de su posible reconciliación con la felicidad sirve de consuelo.
En el fondo, dice Nietzsche, es "el mismo sol", es decir, la misma manera de dotar de sentido y de valor a la existencia humana a base de contraponer el mundo fenoménico en el que se desarrolla esa existencia, no a un mundo del ser accesible ahora o después de la muerte, sino a un mundo del "deber ser", a un ideal, que conserva los caracteres del mundo verdadero, pero en un plano definitivamente inalcanzable. Por eso dice Nietzsche que se trata de la Idea sublimizada, es decir, conservada mediante un rodeo, pero situada no en el plano de lo real, sino en el plano de lo ideal.
A partir de aquí, comienza el proceso de eliminación de la idea del mundo verdadero, el proceso de reconocimiento de la fábula como tal. Ahora bien, el término de ese proceso es, para Nietzsche, el punto culminante de la humanidad, el punto en el que la humanidad, no pudiendo seguir creyendo en la antigua fábula, se ve obligada a escuchar el mensaje de Zaratustra, el personaje creado por Nietzsche para comunicar sus pensamientos esenciales: la muerte de Dios, la voluntad de poder, el eterno retorno y el superhombre, pensamientos que constituyen las bases para la creación de nuevas "fábulas" capaces de dotar de sentido y de valor a la existencia. Veámoslo brevemente:
4. La cuarta etapa en la historia de cómo el mundo verdadero acabó convirtiéndose en una fábula consiste en una transformación ideológica, por la cual el ideal inalcanzable de la etapa anterior (kantiana, ilustrada) pierde su capacidad para dotar de sentido y de valor a la existencia humana. Nietzsche vincula esta transformación a la corriente ideológica dominante en el siglo XIX: al Positivismo, en el que ve el principio (sólo el principio) del despertar de la razón de su sueño "idealista". El positivismo expresa la necesidad de reducir el uso de la razón a la realización de metas alcanzables, asequibles de hecho: el conocimiento científico-positivo y el control de los fenómenos naturales, por un lado, y el aumento del bienestar y el confort de la vida, esto es, la "felicidad" para el mayor número, por otro.
5&6. Las etapas quinta y sexta corresponden a la propia filosofía nietzscheana, que Nietzsche no hacía más que extraer las consecuencias de la transformación ideológica operada por el Positivismo, de acuerdo con el cual el valor de una idea o creencia deriva de su utilidad. Ahora bien, si la idea del mundo verdadero ha perdido su capacidad de dotar de sentido y de valor a la existencia, es que es una idea inútil, una creencia que ya no tiene consecuencias útiles, y si es una idea inútil, es que es una idea falsa, refutada. Pues bien, dice Nietzsche, ¡eliminémosla!
Pero ¿qué significa su eliminación? En principio, liberar al espíritu humano de un peso que asfixiaba sus fuerzas creadoras: el peso de la responsabilidad de realizar un ideal irrealizable, una responsabilidad que envenenaba la alegría de vivir, la jovialidad. Pero, aunque era el resultado de una posición de valores (de una fábula) contrarios a la vida, paradójicamente el ideal se había impuesto a lo largo de la historia y había llegado a ser el único existente, la única fuente de sentido y de valor para la existencia humana. Por tanto, la liberación el peso que implica su eliminación significa, a su vez, una responsabilidad aun mayor: la que supone enfrentarse al interrogante acerca del sentido y del valor de la existencia, sabiendo que:
1. el antiguo ideal ha perdido su vigor, es decir, que los valores superiores han perdido su validez (Nihilismo, Muerte de Dios). Lo cual no significa sólo la decadencia de los valores específicamente religiosos, sino la invalidez de toda posición de valores como valores absolutos, es decir, la invalidez de toda posición de valores que no los reconozca como creaciones humanas, como ficciones, invenciones o fábulas. No es que Dios haya muerto y podamos poner en su lugar otra cosa: la Humanidad, el Progreso, la Justicia, etc., sino que lo que ha desaparecido es ¡el lugar mismo! Esto es lo que significa la muerte de Dios o la eliminación del mundo verdadero.
2. la referencia o el punto de partida para una nueva posición de valores no puede ser el “mundo aparente”, pues la consistencia (el ser y el valor) de éste dependía del mundo “verdadero”. Que “al eliminar el mundo verdadero hemos eliminado también el aparente” significa que no se trata simplemente de invertir la relación fundamento/fundamentado, como si lo que antes era fundamentado (el mundo aparente) pudiera hacer ahora las veces de fundamento, es decir, pudiera considerarse como mundo “verdadero”. Esto es lo que ingenuamente creyó el Positivismo, la ideología de la sociedad industrial. Para el positivismo, la ciencia es el conocimiento objetivo de los hechos, que permite prever el curso de los fenómenos, de modo que, mediante la técnica, podamos ponerlos al servicio de la satisfacción de nuestras necesidades y alcanzar una vida de bienestar y comodidades. Pero Nietzsche piensa que este “ideal realizable” sigue siendo una ficción, una fábula, puesto que el mundo “real” que la ciencia “conoce objetivamente” es, en el fondo, una ilusión, y además una fábula que no es capaz de satisfacer más que a “animales de rebaño”, a cuyo prototipo Nietzsche llama “el último hombre”. Nietzsche se dirige a quienes, insatisfechos con este ideal, tienen todavía energías para asumir la tarea de una nueva creación de valores, de un nuevo ideal, pero advirtiéndoles de que se trata de una creación y una autocreación “desde la nada”, a la que ha quedado reducido el “mundo aparente” de la tradición metafísica.
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