Historia de la filosofía y de la ciencia

Wednesday, May 02, 2007

NIETZSCHE

MATERIALES PARA EL TEXTO DE NIETZSCHE

CONTEXTO

La época de Nietzsche (1844-1900) es el siglo de la revolución industrial, que se caracterizó por un aumento considerable de trabajadores asalariados, necesarios para realizar el trabajo mecanizado de las fábricas. A ello contribuyó la acumulación de riqueza y la aplicación de la máquina de vapor. Su resultado fue el desarrollo del capitalismo liberal y los movimientos obreros revolucionarios. El filósofo que giraría la filosofía hacia la praxis para criticar el primero y servir de teórico fundamental a los segundos sería K. Marx, que junto con Nietzsche y Freud protagonizan la denominada (según Ricoeur) filosofía de la sospecha.

Nietzsche nació en una pequeña aldea alemana en la Sajonia prusiana. Estudió teología y filología clásica. Fue catedrático de filología clásica en la Universidad de Basilea. Llevó una vida solitaria y errante que finalizó dramáticamente en 1900 después de una penosa enfermedad.

La pequeña burguesía continuó sus pretensiones de igualdad social y se sumó a las demandas de derechos políticos y laborales de los trabajadores asalariados. En lo político, se modifica el modelo de alianzas políticas entre los diversos países de Europa. Prusia, con la unificación alemana, hace girar la política europea a su alrededor. Con el fracaso de la revolución de 1848 aumenta la "reacción” con una vuelta a los regímenes autocráticos, intentando frenar al liberalismo.

Alemania se convirtió en una poderosa nación, ya que Bismarck, primer ministro de Prusia, había conseguido la unificación de sus Estados, primero en la Confederación Alemana del Norte y, luego, incorporando los del sur. Promulgó una Constitución que establecía un órgano de representación de los Estados soberanos, aunque el Parlamento no tenía control sobre el gobierno prusiano. Era un gobierno entre el nacionalismo liberal y el centralismo político.

Por otra parte, la industrialización del país, la educación y la formación de los funcionarios contribuyeron a un extraordinario desarrollo económico y a formar un Estado fuerte, frente al cual algunos pensadores, como Nietzsche, afirmaron el valor absoluto del individuo y de la libertad.

En lo religioso, el Papa Pío IX que comenzó apoyando las reformas liberales, al estallar la revolución, cambia de postura y pasa a condenar todas las ideas modernas: libertad de culto y conciencia, libertad filosófica y científica: separación de Iglesia y Estado, liberalismo, moral laica. Se da una desacralización de la sociedad y una crítica a la religión.

El movimiento cultural que más en relación se encuentra con el pensamiento de Nietzsche es el romanticismo, que nació a finales del siglo XVIII. Durante toda su vida Nietzsche quizo desentrañar el romanticismo y su sentido de la música, pues no aceptaba que su destino fuese sólo el de despertar los sentimientos desterrando a la razón. Bajo la influencia de Wagner, Nietzsche escribió El nacimiento de la tragedia. Nietzsche coincidió con Wagner en que el verdadero arte, armónico con la sociedad, era el arte griego, y que el mundo cristiano era el culpable del estado miserable en que se encuentra el ser humano, porque el cristianismo es hostil a la vida. Frente a este Wagner anticristiano, Wagner cambió su posición (Parsifal) y su pensamiento fue rechazado por nuestro autor. Su relación con Wagner fue la causante de que se atribuyeran a Nietzsche pensamientos que nunca compartió, relacionados con la misión histórica del pueblo alemán y ciertos mitos sociopolíticos que fueron utilizados más adelante por los teóricos del nazismo.

Todo el siglo XIX está teñido de romanticismo; tanto en la historia como en las artes se puede apreciar el interés por lo antiguo y el mundo clásico, el amor por la naturaleza y el análisis de la vida interior del hombre.

Ante todo esto, Nietzsche reacciona: contra el racionalismo e idealismo de Hegel, contra la absolutización de la ciencia que hace del positivismo sociológico y biológico la única forma de entender el mundo; contra el convencionalismo de la moral tradicional que no deja manifestarse al hombre como es y le oprime. De aquí la exaltación de la vida como forma de entender al hombre, su crítica a la cultura establecida como anuladora del verdadero ser del hombre y la búsqueda de nuevos valores vitales. .

Al final del siglo hacen aparición otras corrientes con intereses muy distintos. El realismo y el naturalismo atenderán la realidad social y la vida cotidiana. Otros movimientos, el impresionismo, el expresionismo, el simbolismo viran hacia formas más libres o cierta conciencia social.

En el marco filosófico, el filósofo del romanticismo fue Hegel para el que existe una única realidad regida por las leyes del pensamiento. Además Hegel prima el conocimiento de lo absoluto, algo descartado por la crítica kantiana como conocimiento posible. La izquierda hegeliana tomó los elementos más revolucionarios del método hegeliano y Marx se sitúa en dicha ala pero en discusión crítica con ella. Nietzsche se opondrá a todos ellos y en particular no aceptará el redentorismo marxista. De la filosofía anterior valora la crítica kantiana a la metafísica, pero no acepta al regreso teológico de Kant en su filosofía práctica. Asimismo se mostró crítico con el positivismo de Comte y el mecanicismo de las ciencias positivas. Encontró con Schopenhauer muchos puntos de conexión aunque se distanciará de él. Nietzsche se enmarca en el vitalismo, que considera la vida como el valor esencial y que detecta los elementos irracionales que nos mueven a razonar. Tanto el vitalismo como el historicismo son corrientes que pretenden desvelar lo petrificado de la razón clásica occidental de cuño platónico.

Es por lo tanto una época en la que confluyen corrientes muy variadas en todos los campos sociales y de gran actividad científica en todas las ramas. Son destacables los avances en física de la energía (Clausius), las ciencias biológicas (darwinismo, teoría celular). Las teorías darwinistas tuvieron eco tanto en la producción filosófica de Marx como en el vitalismo nietzscheano. En ciencia, se advierte también una producción que prepara el camino a las rupturas de la segunda revolución científica (siglo XX) como el electromagnetismo de Maxwell o las geometrías no euclídeas (Riemann).

Nietzsche escribió de sí mismo en Ecce Homo: “No soy un hombre, soy dinamita”. En efecto es una dinamita filosófica que se dirige en nombre de la vida, contra una cultura decadente que, a su juicio, dominaba en su contexto social y abarca toda la historia de la filosofía que recorre dicha cultura occidental como historia de un error de origen socrático-platónico extendido vulgarmente por el cristianismo (platonismo para el pueblo). Critica el afán racional occidental que limita la vida y la interpretación de la realidad. Critica la moral cristiana por ser una moral de esclavos contraria a la vida y una racionalidad que invierte la realidad. Ya Schopenhauer había apuntado las limitaciones de un conocimiento racional que nos hunde en el mundo y en el fondo depende de elementos irracionales. El arte es una posibilidad de liberación en ese pesimismo aunque Nietzsche será crítico con el pesimismo que destila.

Nietzsche filosofará “con el martillo” , desde un reconocimiento a los filósofos de la physis (presocráticos), la inversión del platonismo y un regreso al instinto, a la exaltación de la vida, y a la destrucción de todos los valores éticos, estéticos y epistemológicos simbolizada en la “muerte de Dios” y a la transmutación de los valores reflejada en la propuesta del “superhombre”.

Su filosofía está oculta detrás de un lenguaje lleno de imágenes, aforismos, sin sistematismo ni una secuencia progresiva. Sus diferentes etapas tienen un núcleo común: una recuperación de la vida como valor esencial y la inversión de los falsos valores que la ahogan. Esto permite caracterizarle, dentro de su absoluta originalidad, como vitalista. Las etapas de su filosofía a las que Nietzsche se refiere como pieles de serpiente o máscaras, son las siguientes:

a) Filosofía de la noche: influencia de Schopenhauer y Wagner. Filosofía de cuño romántico.

b) Filosofía de la mañana. Influencia de Voltaire y los ilustrados francesas. Se produce un rechazo de tipo positivista de la religión y la metafísica aunque se distanciará críticamente de dicha filosofía.

c) Filosofía del mediodía. Formula sus ideas principales, la transvaloración de los valores, la muerte de Dios y el superhombre, la idea de voluntad de poder, el eterno retorno.

d) Filosofía el atardecer. Culmina la crítica a la cultura occidental, la filosofía, la religión y la moral tradicionales.

De interés: http://www.sabuco.com/filosofia/hfilosofia/f_nietzsche.htm

Influencias-contexto filosófico (de la anterior)

En su juventud quedará seducido por Wagner y su música, donde aparece lo épico y los mitos populares alemanes. Wagner será por un tiempo el prototipo del artista creador comparable con los creadores griegos. Wagner representa para él la esperanza del espíritu libre revelador del misterio de la vida. Con la obra Parsifal le decepciona porque representa y colabora con la farsa cristiana y como consecuencia de ello, rompe con él.

Schopenhauer será su otra gran influencia en esta etapa. La vida es vivida como una fuerza irracional, cósmica y material, como un destino que domina desde los seres inanimados al hombre. El hombre está condenado al fracaso y sólo la creación artística (sobre todo la música) podrá acercarlo a la voluntad libre, original y liberarlo del pesimismo aniquilador.

Conoce las obras de Kant al que cita con respeto, pero se opone a él porque cree que la razón debe estar al servicio de la vida y no funcionando en el vacío.

Stirner le influirá con la defensa a ultranza que hace del individualismo, como consecuencia de una libertad sin límites ni cadenas de ningún tipo (morales, políticas, religiosas).

Literariamente estará influido por Goethe y Heine. En Niza descubre la literatura de Dostoievski al que lee en francés y del que quedará prendado por la profundidad psicológica de sus personajes. Admira con gran entusiasmo también a Stendhal y a Voltaire. Admira y está en el centro de la intelectualidad que canta a las grandes figuras amorales del Renacimiento.

Además de la crítica general al platonismo bajo todas las formas que adoptase,las corrientes filosóficas de su tiempo que más influyeron sobre su pensamiento fueron las siguientes:

1. Positivismo.

August. Comte (1798-1857) es el fundador del Positivismo. El Positivismo rechaza lo metafísico y lo que le interesa es lo verificable: lo positivo. La razón científica es el modelo de verdad y no ya los dioses o los conceptos abstractos.

Los vitalistas en general, y Nietzsche en particular, rechazan el Positivismo por razones no estrictamente gnoseológicas: "el conocimiento se revalida con opiniones vivas y no con la posesión de un gabinete de fósiles en sus cabezas", la actividad humana -que debe vivirse individualmente- es preferible al pasivo orden de la verdad científica.

2. Evolucionismo.

Charles Darwin (1809-1882) descubre el mecanismo evolutivo de las especies mediante la selección natural, que opera a través de la lucha por la existencia y la supervivencia del más apto. De este modo, son los más aptos los que más se reproducen; los menos aptos perecen.

Sin embargo, Nietzsche, interpretando el concepto de "apto" como el más fuerte, pone en cuestión el darwinismo, en su aplicación a la especie humana, al sostener que en ella no se ha producido la supervivencia del más fuerte, sino del más débil. Reprocha a Darwin que en la lucha por la existencia ha olvidado el espíritu, es decir, la astucia, la inteligencia, que es el instinto de conservación de los débiles.

3. Socialismo utópico y socialismo científico.

Los socialistas utópicos del siglo XIX (Saint-Simon, Owen, Fourier y Proudhon – también citado a menudo como anarquista, aunque de tinte utópico) se mantienen en el ámbito teórico, proponiendo su nueva organización social sin explotación en el plano de la utopía. Marx (1818-1883) dio un paso más al afirmar que el socialismo no sólo es deseable, sino posible y necesario: ocurrirá como un producto necesario de las tensiones cada vez mayores que se generan en el seno de la sociedad entre los burgueses y los proletarios.

Sin embargo, tampoco el socialismo se halla a salvo de sus andanadas. Por un lado, Nietzsche no se dirige a la masa gregaria, sino al hombre creador e insatisfecho; se ha dicho incluso que Nietzsche sería un ilustrado elitista, lo cual lo situaría frente al socialismo, al que concebiría como un igualitarismo por lo bajo. Además, y esto es aún más importante, denuncia a socialistas, anarquistas y liberales, a los que caracteriza como prolongadores de una moral cristiana “del rebaño"; se proclaman igualitaristas, pero al igual que los judeo-cristianos, tras sus concepciones del mundo y el hombre, alientan el mismo resentimiento contra el hombre superior.

4. Utilitarismo.

Autores como Bentham (1748-1832) y John Stuart Mill (1806-1873) son los más conocidos de esta doctrina político-moral según la cual lo bueno está en función de lo útil, especialmente de lo útil en sentido social. De este modo, medimos la bondad moral de un acto por las repercusiones que tenga sobre la felicidad del colectivo, quedando así sometido a las exigencias del orden y buen funcionamiento social y perdiendo la autonomía moral en favor de criterios utilitarios de carácter socio-político.

De estos "psicólogos ingleses", "espíritus mediocres", dice Nietzsche al comienzo de la Genealogía, les falta espíritu histórico: "Como es ya viejo uso de filósofos, todos ellos piensan de una manera esencialmente a-histórica", pues confunden el origen genuino y primero de los valores morales con su utilidad supuesta, como si a los que acuñaron inicialmente los valores les importara la utilidad.

5. Vitalismo.

A lo largo del siglo XIX, especialmente en su segunda mitad, y posteriormente en el XX, aparece un grupo de filósofos a los que suele agruparse bajo el nombre de vitalistas y/o existencialistas. La nómina es larga y no siempre se coincide en todos, pero pueden darse sin excesivos recelos los nombres de Schopenhauer (1788-1860), Kierkegaard (1813-1855) y Nietzsche (1844-1900).

En general, todos ellos entendieron "vida", no en un sentido puramente mecanicista, sino más bien como vida humana, es decir, se trata de una cuestión de valores humanos más que de procesos biológicos. Lo que los une es, sobre todo, su oposición frontal a la filosofía de Hegel. Para éste, la historia es el desarrollo de la Idea, que va desenvolviéndose y manifestándose en los acontecimientos sucesivos; el hombre -el individuo- no es más que un instrumento de este transcurrir, un eslabón en esa cadena. Se sitúan igualmente frente al Positivismo cientificista de Comte y frente al materialismo de Marx. Este atacó al idealismo hegeliano, volviendo sus ojos hacia el sujeto, pero interpretó la evolución histórica a partir de datos económicos y socio-políticos. Sin embargo, los vitalistas no siguieron ni la línea hegeliana ni la de Marx.

TEXTO PROPUESTO

De cómo el «mundo verdadero» se convirtió en fábula

Historia de un error (en El crepúsculo de los ídolos)

1. El mundo verdadero, asequible al sabio, al piadoso, al virtuoso, -él vive en ese mundo, es ese mundo.

(La forma más antigua de la Idea, relativamente inteligente, simple, convincente. Transcripción de la tesis «yo, Platón, soy la verdad»).

2. El mundo verdadero, inasequible por ahora, pero prometido al sabio, al piadoso, al virtuoso («al pecador que hace penitencia»).

(Progreso de la Idea: ésta se vuelve más sutil, más capciosa, más inaprensible, -se convierte en una mujer, se hace cristiana...).

3. El mundo verdadero, inasequible, indemostrable, imprometible, pero ya en cuanto pensado, un consuelo, una obligación, un imperativo.

(En el fondo, el viejo sol, pero visto a través de la niebla y el escepticismo; la Idea, sublimizada, pálida, nórdica, königsburguense).

4. El mundo verdadero -¿inasequible? En todo caso, inalcanzado. Y en cuanto inalcanzado, también desconocido. Por consiguiente, tampoco consolador, redentor, obligante: ¿a qué podría obligarnos algo desconocido? ...

(Mañana gris. Primer bostezo de la razón. Canto del gallo del positivismo).

5. El «mundo verdadero» -una Idea que ya no sirve para nada, que ya ni siquiera obliga, -una Idea que se ha vuelto inútil, superflua, por consiguiente una Idea refutada: ¡eliminémosla!

(Día claro; desayuno; retorno del bon sens y de la jovialidad; rubor avergonzado de Platón; ruido endiablado de todos los espíritus libres)

6. Hemos eliminado el mundo verdadero: ¿qué mundo ha quedado?, ¿Acaso el aparente?... ¡No!, ¡al eliminar el mundo verdadero hemos eliminado también el aparente!

(Mediodía; instante de la sombra más corta; final del error más largo; punto culminante de la humanidad; INCIPIT ZARATHUSTRA).

Trad. Sánchez Pascual. Alianza Editorial

ANÁLISIS del TEXTO

Luis Martínez Conesa – Nietzsche – Análisis y explicación del texto

SFRM – www.sociedadfilosofia.org

Nietzsche nos cuenta la historia de los avatares de la idea cuya falsedad ha desenmascarado y cuya génesis ha explicado en el capítulo anterior: la idea del "mundo verdadero", a lo largo de la historia de la filosofía y de la cultura occidentales. Esta idea ha terminado por ser reconocida como lo que era desde un principio: como una "fábula", como una creación "artística" (aunque privada de vigor dionisíaco) al servicio de una voluntad nihilista, la del filósofo, que para afirmarse tiene que negar la vida, el devenir, e inventar otra vida mejor, un mundo del ser. Pero esta "fábula" no ha sido una fábula cualquiera: ha constituido el armazón ideológico de la cultura occidental, cuya historia es, por tanto, la historia del nihilismo. Ahora bien, según Nietzsche, esta fábula ha perdido ya su credibilidad como consecuencia de un proceso por el que la misma voluntad nihilista que animaba a la filosofía ha terminado por destruir la ilusión que ella misma había creado, poniendo a la cultura occidental ante el dilema de hundirse en la nada o crear nuevos valores. Veamos lo que dice Nietzsche.

1. El primer momento o etapa de esta historia es el momento inaugural de la filosofía occidental. El acontecimiento es la invención del mundo-verdadero, es decir: el desdoblamiento del mundo. El autor de esta invención: Platón, aunque en el capítulo anterior Nietzsche había rastreado la prehistoria del error del ser en el pensamiento presocrático. El mundo de las ideas platónicas se configura como un lugar accesible a través de un proceso de formación moral e intelectual (paideia) de cierto tipo de individuo: el filósofo, paradigma de sabio, piadoso y virtuoso. El mundo de las ideas, el mundo "verdadero", es el objeto del conocimiento en el que consiste la virtud. A través de la dialéctica, la mente del filósofo va apropiándose poco a poco de “porciones” cada vez mayores del mundo de las ideas hasta alcanzar el fundamento último del ser y del valor: la Idea del Bien. En ese momento, el mundo verdadero está contenido en la mente del filósofo, que se convierte en el lugar de la verdad, en el lugar del desocultamiento del ser. Por eso dice Nietzsche que él es ese mundo y que el platonismo es la transcripción de la tesis "yo, Platón, soy la verdad".

2. Con el cristianismo, la fábula del mundo verdadero entra en una segunda etapa, lo cual supone un cambio de la Idea (e incluso un progreso, dice Nietzsche). Este cambio es doble: Por un lado, el mundo verdadero se declara inasequible en esta vida, si bien se le hace objeto de una promesa cuyo cumplimiento se posterga a la otra vida. Al introducir un abismo también temporal entre el mundo verdadero y el mundo aparente, la desvalorización de esta vida es aún mayor que en la etapa anterior (quizá por eso dice irónicamente que la Idea experimenta un progreso). Sólo en la otra vida, la mente del sabio, del virtuoso, se unirá al fundamento del ser y del valor, se unirá a Dios. Por otro lado, consecuentemente, cambia la forma en que la fábula dota de sentido y de valor a la vida de quien cree en ella, a la vida del filó-sofo, del que aspira a la sabiduría. En Platón, esto se hacía de un modo relativamente simple y convincente: el filósofo se decía a sí mismo: "llega a ser lo que eres", es decir, "da cumplimiento, perfección, a tu naturaleza como ser racional, conviértete en el lugar de la verdad". En cambio, en el cristianismo, se dice: "reconoce la culpabilidad, la pecaminosidad de tu existencia y paga tu culpa, expía tu pecado, destruyendo tu naturaleza, como condición para llegar a ser lo que no eres". El cristianismo dota de sentido la existencia del hombre alimentando su esperanza, pero a condición de sumir al hombre previamente en la desesperación acerca de su capacidad para alcanzar la verdad.

La observación entre paréntesis acerca del progreso de la Idea es realmente enigmática, sobre todo, cuando dice que la Idea "se convierte en una mujer". El encanto de la mujer, tal como Nietzsche lo explica en un aforismo de La Gaya Ciencia, deriva de su incomprensibilidad y ésta, a su vez, de su capacidad para mantener la distancia frente al amante que la contempla sin poder estar nunca seguro de merecerla, de ser digno de ella. Quizá esta sea la clave para comprender la metáfora, pues también la Idea en el cristianismo (es decir, Dios) se define por su incomprensibilidad y su distancia, que generan en el hombre la misma incertidumbre acerca de su dignidad para recibir la Gracia.

3. La tercera etapa en esta historia la representa la filosofía kantiana. Aquí la capacidad de la fábula del mundo verdadero para dotar de sentido a la existencia humana se ve reducida, pierde vigor, puesto que se declara que el mundo verdadero no sólo es inasequible, sino también imprometible. Frente a Platón, Kant niega la capacidad de la razón para conocer el ser en sí de las cosas. En este sentido, es un escéptico. Pero, con respecto al cristianismo, Kant lleva a cabo una curiosa operación: en sus manos, el Dios de la teología cristiana deja de ser el objeto cuya existencia real y demostrable garantiza la credibilidad de la promesa de salvación, para convertirse en un objeto meramente pensado como postulado (indemostrable) de la razón práctica, en el contenido de una mera creencia necesaria para evitar la contradicción trágica entre la búsqueda virtud y el logro de la felicidad. Ninguna de las dos se realizará nunca plenamente, pero esto no sólo no anula el carácter incondicionalmente obligatorio de la ley moral, sino que la idea, el pensamiento, de la posible realización de la virtud y de su posible reconciliación con la felicidad sirve de consuelo.

En el fondo, dice Nietzsche, es "el mismo sol", es decir, la misma manera de dotar de sentido y de valor a la existencia humana a base de contraponer el mundo fenoménico en el que se desarrolla esa existencia, no a un mundo del ser accesible ahora o después de la muerte, sino a un mundo del "deber ser", a un ideal, que conserva los caracteres del mundo verdadero, pero en un plano definitivamente inalcanzable. Por eso dice Nietzsche que se trata de la Idea sublimizada, es decir, conservada mediante un rodeo, pero situada no en el plano de lo real, sino en el plano de lo ideal.

A partir de aquí, comienza el proceso de eliminación de la idea del mundo verdadero, el proceso de reconocimiento de la fábula como tal. Ahora bien, el término de ese proceso es, para Nietzsche, el punto culminante de la humanidad, el punto en el que la humanidad, no pudiendo seguir creyendo en la antigua fábula, se ve obligada a escuchar el mensaje de Zaratustra, el personaje creado por Nietzsche para comunicar sus pensamientos esenciales: la muerte de Dios, la voluntad de poder, el eterno retorno y el superhombre, pensamientos que constituyen las bases para la creación de nuevas "fábulas" capaces de dotar de sentido y de valor a la existencia. Veámoslo brevemente:

4. La cuarta etapa en la historia de cómo el mundo verdadero acabó convirtiéndose en una fábula consiste en una transformación ideológica, por la cual el ideal inalcanzable de la etapa anterior (kantiana, ilustrada) pierde su capacidad para dotar de sentido y de valor a la existencia humana. Nietzsche vincula esta transformación a la corriente ideológica dominante en el siglo XIX: al Positivismo, en el que ve el principio (sólo el principio) del despertar de la razón de su sueño "idealista". El positivismo expresa la necesidad de reducir el uso de la razón a la realización de metas alcanzables, asequibles de hecho: el conocimiento científico-positivo y el control de los fenómenos naturales, por un lado, y el aumento del bienestar y el confort de la vida, esto es, la "felicidad" para el mayor número, por otro.

5&6. Las etapas quinta y sexta corresponden a la propia filosofía nietzscheana, que Nietzsche no hacía más que extraer las consecuencias de la transformación ideológica operada por el Positivismo, de acuerdo con el cual el valor de una idea o creencia deriva de su utilidad. Ahora bien, si la idea del mundo verdadero ha perdido su capacidad de dotar de sentido y de valor a la existencia, es que es una idea inútil, una creencia que ya no tiene consecuencias útiles, y si es una idea inútil, es que es una idea falsa, refutada. Pues bien, dice Nietzsche, ¡eliminémosla!

Pero ¿qué significa su eliminación? En principio, liberar al espíritu humano de un peso que asfixiaba sus fuerzas creadoras: el peso de la responsabilidad de realizar un ideal irrealizable, una responsabilidad que envenenaba la alegría de vivir, la jovialidad. Pero, aunque era el resultado de una posición de valores (de una fábula) contrarios a la vida, paradójicamente el ideal se había impuesto a lo largo de la historia y había llegado a ser el único existente, la única fuente de sentido y de valor para la existencia humana. Por tanto, la liberación el peso que implica su eliminación significa, a su vez, una responsabilidad aun mayor: la que supone enfrentarse al interrogante acerca del sentido y del valor de la existencia, sabiendo que:

1. el antiguo ideal ha perdido su vigor, es decir, que los valores superiores han perdido su validez (Nihilismo, Muerte de Dios). Lo cual no significa sólo la decadencia de los valores específicamente religiosos, sino la invalidez de toda posición de valores como valores absolutos, es decir, la invalidez de toda posición de valores que no los reconozca como creaciones humanas, como ficciones, invenciones o fábulas. No es que Dios haya muerto y podamos poner en su lugar otra cosa: la Humanidad, el Progreso, la Justicia, etc., sino que lo que ha desaparecido es ¡el lugar mismo! Esto es lo que significa la muerte de Dios o la eliminación del mundo verdadero.

2. la referencia o el punto de partida para una nueva posición de valores no puede ser el “mundo aparente”, pues la consistencia (el ser y el valor) de éste dependía del mundo “verdadero”. Que “al eliminar el mundo verdadero hemos eliminado también el aparente” significa que no se trata simplemente de invertir la relación fundamento/fundamentado, como si lo que antes era fundamentado (el mundo aparente) pudiera hacer ahora las veces de fundamento, es decir, pudiera considerarse como mundo “verdadero”. Esto es lo que ingenuamente creyó el Positivismo, la ideología de la sociedad industrial. Para el positivismo, la ciencia es el conocimiento objetivo de los hechos, que permite prever el curso de los fenómenos, de modo que, mediante la técnica, podamos ponerlos al servicio de la satisfacción de nuestras necesidades y alcanzar una vida de bienestar y comodidades. Pero Nietzsche piensa que este “ideal realizable” sigue siendo una ficción, una fábula, puesto que el mundo “real” que la ciencia “conoce objetivamente” es, en el fondo, una ilusión, y además una fábula que no es capaz de satisfacer más que a “animales de rebaño”, a cuyo prototipo Nietzsche llama “el último hombre”. Nietzsche se dirige a quienes, insatisfechos con este ideal, tienen todavía energías para asumir la tarea de una nueva creación de valores, de un nuevo ideal, pero advirtiéndoles de que se trata de una creación y una autocreación “desde la nada”, a la que ha quedado reducido el “mundo aparente” de la tradición metafísica.

TEXTO DE MARX II

ANÁLISIS DEL PROCESO DIALÉCTICO EN EL TEXTO de MARX Y ENGELS

En el Manifiesto comunista (1848) de Marx y Engels puede leerse que la historia de toda las sociedades que han existido hasta ahora no es más que la historia de la lucha de clases. Esta lucha acaba con la transformación revolucionaria de la sociedad. Opresores y oprimidos: ésta es la tensión que constituye la esencia de la historia de la humanidad. La época de la burguesía moderna, no eliminó en absoluto el antagonismo de las clases. Lo que ha hecho ha sido volverlo más simple: dos grandes clases de carácter internacional, la burguesía (clase de los modernos capitalistas propietarios de los medios de producción y patronos de los asalariados) y el proletariado (clase de los asalariados modernos que no poseen medios propios de producción y se ven reducidos a vender la fuerza de su trabajo para subsistir). La clase burguesa ha surgido en el seno de la sociedad feudal, es la negación de esta última y la supera (concepción dialéctica de la historia): de los siervos de la gleba aparecieron los primeros elementos para la burguesía. Posteriormente los descubrimientos geográficos y los intercambios coloniales dan a la incipiente burguesía y a la industria un impulso sin precedentes que imprime rapidez al desarrollo revolucionario larvado en la sociedad feudal en descomposición; la industria feudal-corporativa era insuficiente y aparecieron los talleres manufactureros. En este proceso la clase media industrial reemplazó a los maestros artesanos, desapareció la división del trabajo entre corporaciones y se hizo en cada uno de los talleres, crecieron los mercados. La industria manufacturera se vio también incapaz de satisfacer este proceso. Estas insuficiencias junto con los descubrimientos científico-tecnológicos de las aplicaciones del vapor a las máquinas posibilitaron el paso a la gran industria moderna y la clase media industrial fue reemplazada por los millonarios de la industria, jefes de ejércitos industriales, los modernos burgueses que dejan fuera de juego a las clases medievales: éste fue el papel revolucionario de la burguesía.

El análisis, de acuerdo con la filosofía económica marxista, es el siguiente: cuando las relaciones feudales de propiedad ya no se correspondían con las fuerzas productivas que se habían desarrollado, se convirtieron en un lastre para ese mismo desarrollo y se quebraron para dar lugar a las leyes del libre comercio, una nueva constitución social y el dominio de la burguesía.

Por la ley de la dialéctica, de la misma forma que la burguesía era la contradicción interna del feudalismo, el proletariado es la contradicción interna del capitalismo. La propiedad privada se ve obligada a mantenerse y junto a ella su término antitético: el proletariado. De la misma forma que el feudalismo no pudo defenderse de su criatura (la burguesía), así no podrá hacerlo la burguesía ante la suya (el proletariado). El capitalismo ha engendrado a los humanos que acabarán con él: los proletarios. El avance de la gran industria va creando grandes asociaciones de obreros organizados de forma concienciada acerca de su fuerza y misión (conciencia de clase) en un proceso conducente primero a la dictadura del proletariado y luego hacia la sociedad comunista sin propiedad privada.

En su teoría de la historia (materialismo histórico), Marx considera que los cambios políticos, jurídicos, culturales (superestructura) se explican en relación con las transformaciones del modo que producción (estructura económica). La historia se contempla como una seria de fases dominadas por un conflicto entre clases (lucha de clases). La concepción dialéctica de la historia estaba presente en Hegel, pero para Hegel este desarrollo era un camino de encuentro entre razón y sociedad, una historia de Espíritu. Marx cree que Hegel ha idealizado las fuerzas rectoras y ha olvidado los intereses y los grupos. Lo que se suceden no son fases de desarrollo del espíritu sino modos de producción sostenidos por agentes colectivos o clases sociales en permanente antagonismo. La dialéctica de conceptos se convierte en una dialéctica real, una lucha de clases sociales. Marx creyó asimismo descubrir la dinámica interna de este proceso: la relación entre fuerzas productivas y relaciones de producción. En la producción de su vida social los seres humanos entablan una seria de relaciones de producción (necesarias, independientes de su voluntad, cuya expresión jurídica son las relaciones de propiedad) que corresponden a un determinado grado de desarrollo de las fuerzas productivas materiales. El conjunto constituye la estructura económica, la base real de las formas de conciencia. De esa base económica dependen la política, las ideologías, el derecho, el arte (superestructura). Por otra parte es en las formas ideológicas donde los hombres toman conciencia del conflicto. En determinado momento las fuerzas productivas entran en contradicción con las relaciones de producción existentes: en ese momento las relaciones de producción ya no son formas de desarrollo de las fuerzas productivas, sino trabas. Se entra entonces en una revolución social que cambiará el modo de producción y tendrá cambios consiguientes en la superestructura. Marx habló de varios modos de producción: asiático, antiguo, feudal, y el burgués moderno. Las relaciones burguesas de producción son la última forma antagónica del proceso de producción social, no en el sentido de un antagonismo individual sino que nace de las condiciones sociales de existencia de los individuos. La burguesía, que tuvo un papel revolucionario en la historia, no podrá hacer frente a su propia creación. Las contradicciones del capitalismo darán paso a una revolución social cuya meta será la sociedad comunista, sin propiedad privada, en la que se pida a cada uno según su capacidad y se le dé según su necesidad. Lo importante, en esta concepción dialéctica, es que el motor de la transformación, lo que acabará con el capitalismo, es algo engendrado por el capitalismo: el proletariado.

TEXTO DE MARX

MATERIALES PARA MARX Y EL TEXTO PROPUESTO

Y COMPLEMENTOS PARA EL TEXTO DE KANT

CONTEXTO HISTÓRICO DE MARX

  • Es suficiente con el material aportado por el libro de texto. Quizá vendría bien insistir como contexto filosófico que la filosofía marxista se establece en contacto y crítica de: el idealismo hegeliano, Feuerbach, el socialismo francés (utópico) y la economía clásica inglesa y una síntesis de dicha relación.

TEXTO PROPUESTO PARA LAS P.A.U.

Manifiesto del Partido Comunista

Carlos Marx y Federico Engels

¡PROLETARIOS DE TODOS LOS PAÍSES, UNÍOS!

(Publicado por primera vez el 25 de febrero de 1.848)

MANIFIESTO DEL PARTIDO COMUNISTA

Un fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo. Todas las fuerzas de la vieja Europa se han unido en santa cruzada para acosar a ese fantasma: el Papa y el Zar, Metternichy Guizot, los radicales franceses y los polizontes alemanes.

¿Qué partido de oposición no ha sido motejado de comunista por sus adversarios en el poder? ¿Qué partido de oposición, a su vez, no ha lanzado, tanto a los representantes de la oposición más avanzados, como a sus enemigos reaccionarios, el epíteto zahiriente de `comunista'?

De este hecho resulta una doble enseñanza:

Que el comunismo está ya reconocido como una fuerza por todas las potencias de Europa.

Que ya es hora de que los comunistas expongan a la faz del mundo entero sus conceptos, sus fines y sus tendencias; que opongan a la leyenda del fantasma del comunismo un manifiesto del propio partido.

Con este fin, comunistas de las más diversas nacionalidades se han reunido en Londres y han redactado el siguiente Manifiesto, que será publicado en inglés, francés, alemán, italiano, flamenco y danés.

Capítulo 1º.- Burgueses y proletarios

La historia de todas las sociedades hasta nuestros días es la historia de las luchas de clases.

Hombres libres y esclavos, patricios y plebeyos, señores y siervos, maestros y oficiales, en una palabra: opresores y oprimidos se enfrentaron siempre, mantuvieron una lucha constante, velada unas veces y otras franca y abierta; lucha que terminó siempre con la transformación revolucionaria de toda la sociedad o el hundimiento de las clases en pugna.

En las anteriores épocas históricas encontramos casi por todas partes una completa diferenciación de la sociedad en diversos estamentos, una múltiple escala gradual de condiciones sociales. En la antigua Roma hallamos patricios, caballeros, plebeyos y esclavos; en la Edad Media, señores feudales, vasallos, maestros, oficiales y siervos, y, además, en casi todas estas clases todavía encontramos gradaciones especiales.

La moderna sociedad burguesa, que ha salido de entre las ruinas de la sociedad feudal, no ha abolido las contradicciones de clase. Únicamente ha sustituido las viejas clases, las viejas condiciones de opresión, las viejas formas de lucha por otras nuevas.

Nuestra época, la época de la burguesía, se distingue, sin embargo, por haber simplificado las contradicciones de clase. Toda la sociedad va dividiéndose, cada vez más, en dos grandes campos enemigos, en dos grandes clases, que se enfrentan directamente: la burguesía y el proletariado.

De los siervos de la Edad Media surgieron los vecinos libres de las primeras ciudades; de este estamento urbano salieron los primeros elementos de la burguesía.

El descubrimiento de América y la circunnavegación de África ofrecieron a la burguesía en ascenso un nuevo campo de actividad. Los mercados de la India y de China, la colonización de América, el intercambio con las colonias, la multiplicación de los medios de cambio y de las mercancías en general imprimieron al comercio, a la navegación y a la industria un impulso hasta entonces desconocido, y aceleraron con ello el desarrollo del elemento revolucionario de la sociedad feudal en descomposición.

La antigua organización feudal o gremial de la industria ya no podía satisfacer la demanda, que crecía con la apertura de nuevos mercados. Vino a ocupar su puesto la manufactura. El estamento medio industrial suplantó a los maestros de los gremios; la división del trabajo entre las diferentes corporaciones desapareció ante la división del trabajo en el seno del mismo taller.

Pero los mercados crecían sin cesar; la demanda iba siempre en aumento. Ya no bastaba tampoco la manufactura. El vapor y la maquinaria revolucionaron entonces la producción industrial. La gran industria moderna sustituyó a la manufactura; el lugar del estamento medio industrial vinieron a ocuparlo los industriales millonarios -jefes de verdaderos ejércitos industriales-, los burgueses modernos.

La gran industria ha creado el mercado mundial, ya preparado por el descubrimiento de América. El mercado mundial aceleró prodigiosamente el desarrollo del comercio, de la navegación y de los medios de transporte por tierra. Este desarrollo influyó, a su vez, en el auge de la industria, y a medida que se iban extendiendo la industria, el comercio, la navegación y los ferrocarriles, desarrollábase la burguesía, multiplicando sus capitales y relegando a segundo término a todas las clases legadas por la Edad Media.

La burguesía moderna, como vemos, es ya de por sí fruto de un largo proceso de desarrollo, de una serie de revoluciones en el modo de producción y de cambio.

Cada etapa de la evolución recorrida por la burguesía ha ido acompañada del correspondiente progreso político. Estamento bajo la dominación de los señores feudales; asociación armada y autónoma en la comuna; en unos sitios, República urbana independiente; en otros, tercer estado tributario de la monarquía; después, durante el período de la manufactura, contrapeso de la nobleza en las monarquías estamentales, absolutas y, en general, piedra angular de las grandes monarquías, la burguesía, después del establecimiento de la gran industria y del mercado universal, conquistó finalmente la hegemonía exclusiva del poder político en el Estado representativo moderno. El gobierno del Estado moderno no es más que una junta que administra los negocios comunes de toda la clase burguesa.

La burguesía ha desempeñado en la historia un papel altamente revolucionario.

Dondequiera que ha conquistado el poder, la burguesía ha destruido las relaciones feudales, patriarcales, idílicas. Las abigarradas ligaduras feudales que ataban al hombre a sus "superiores naturales" las ha desgarrado sin piedad para no dejar subsistir otro vínculo entre los hombres que el frío interés, el cruel "pago al contado". Ha ahogado el sagrado éxtasis del fervor religioso, el entusiasmo caballeresco y el sentimentalismo del pequeño burgués en las aguas heladas del cálculo egoísta. Ha hecho de la dignidad personal un simple valor de cambio. Ha sustituido las numerosas libertades escrituradas y adquiridas por la única y desalmada libertad de comercio. En una palabra, en lugar de la explotación velada por ilusiones religiosas y políticas, ha establecido una explotación abierta, descarada, directa y brutal.

La burguesía ha despojado de su aureola a todas las profesiones que hasta entonces se tenían por venerables y dignas de piadoso respeto. Al médico, al jurisconsulto, al sacerdote, al poeta, al hombre de ciencia, los ha convertido en sus servidores asalariados.

La burguesía ha desgarrado el velo de emotivo sentimentalismo que encubría las relaciones familiares, y las ha reducido a simples relaciones de dinero.

La burguesía ha revelado que la brutal manifestación de fuerza en la Edad Media, tan admirada por la reacción, tenía su complemento natural en la más relajada holgazanería. Ha sido ella la primera en demostrar qué puede realizar la actividad humana; ha creado maravillas muy distintas de las pirámides de Egipto, de los acueductos romanos y de las catedrales góticas, y ha realizado campañas muy distintas de las migraciones de los pueblos y de las Cruzadas.

La burguesía no puede existir sino a condición de revolucionar incesantemente los instrumentos de producción, y con ello todas las relaciones sociales. La conservación del antiguo modo de producción era, por el contrario, la primera condición de existencia de todas las clases industriales precedentes. Una revolución continua en la producción, una incesante conmoción de todas las condiciones sociales, una inquietud y un movimiento constantes distinguen la época burguesa de todas las anteriores. Quedan rotas todas las relaciones estancadas y enmohecidas -con su cortejo de creencias y de ideas veneradas durante siglos-; hácense añejas las nuevas antes de llegar a osificarse. Todo lo estamental y estancado de esfuma; todo lo sagrado es profanado, y los hombres, al fin, se ven forzados a considerar serenamente sus condiciones de existencia y sus relaciones recíprocas.

Espoleada por la necesidad de dar a sus productos una salida cada vez mayor, la burguesía recorre el mundo entero. Necesita anidar en todas partes, establecerse en todas partes, crear vínculos en todas partes.

Mediante la explotación del mercado mundial, la burguesía ha dado un carácter cosmopolita a la producción y al consumo de todos los países. Con gran sentimiento de los reaccionarios, ha quitado a la industria su base nacional. Las antiguas industrias nacionales han sido destruidas y están destruyéndose continuamente. Son suplantadas por nuevas industrias, cuya introducción se convierte en cuestión vital para todas las naciones civilizadas, por industrias que ya no emplean materias primas indígenas, sino materias primas venidas de las más lejanas regiones del mundo, y cuyos productos no sólo se consumen en el propio país, sino en todas las partes del globo. En lugar de las antiguas necesidades, satisfechas con productos nacionales, surgen necesidades nuevas, que reclaman para su satisfacción productos de los países más apartados y de los climas más diversos. En lugar del antiguo aislamiento y la autarquía de las regiones y naciones, se establece un intercambio universal, una interdependencia universal de las naciones. Y esto se refiere tanto a la producción material, como a la intelectual. La producción intelectual de una nación se convierte en patrimonio común de todas. La estrechez y el exclusivismo nacionales resultan de día en día más imposibles; de las numerosas literaturas nacionales y locales se forma una literatura universal.

Merced al rápido perfeccionamiento de los instrumentos de producción y al constante progreso de los medios de comunicación, la burguesía arrastra a la corriente de la civilización a todas las naciones, hasta las más bárbaras. Los bajos precios de sus mercancías constituyen la artillería pesada que derrumba todas las murallas chinas y hace capitular a los bárbaros más fanáticamente hostiles a los extranjeros. Obliga a todas las naciones, si no quieren sucumbir, a adoptar el modo burgués de producción, las constriñe a introducir la llamada civilización, es decir, a hacerse burgueses. En una palabra: se forja un mundo a su imagen y semejanza.

BURGUESES Y PROLETARIOS

(adaptado de www.geocities.com/jgcicco/files/manifest.doc)

Karl Marx y F. Engels escribieron el Manifiesto Comunista entre Noviembre de 1847 y Enero de 1848. Lo hicieron por encargo de la ‘Liga de los Comunistas’ para ser distribuido entre sus simpatizantes, repartidos por gran parte de Europa. El Manifiesto está dividido en cuatro capítulos. El primero realiza una análisis sobre las dos clases contrastantes en esa época: la burguesía y el proletariado. Se basa en un estudio histórico del nacimiento y desarrollo de ambas, estudio que luego sería plasmado en una teoría de Marx conocida como materialismo histórico. El segundo capítulo, ‘Proletarios y Comunistas’, explica la relación del Partido Comunista con los demás partidos obreros mostrando, sus similitudes y objetivos comunes, y también una serie de medidas para lograr el fin principal del Manifiesto: la apropiación de los medios de producción en poder de la burguesía para su justa utilización. La tercera parte se encarga de describir los distintos tipos de socialismo y comunismo diseminados por toda Europa, analizando los autores y los orígenes del movimiento en los distintos países. El último capítulo sirve para redondear ideas y para impulsar a toda la clase obrera de Europa a formar parte de la revolución comunista, culminando con la frase “¡proletarios de todos los países uníos!”.

Marx y Engels atraviesan a lo largo del manifiesto distintos niveles de abstracción, yendo de ideas abstractas a lo concreto, para explicar como, a partir de la aparición de la clase burguesa, aparecen los proletariados ( para establecerse como clase dominante. Trataremos de explicar este razonamiento.

La premisa inicial del análisis es que la historia de todas las sociedades es la historia de la lucha de clases. Con el pasar de los años se mantiene una lucha constante entre diferentes estamentos que siempre finaliza con una transformación revolucionaria de toda la sociedad o con el hundimiento de las clases en conflicto. Este precepto es fácilmente constatable con una simple mirada al pasado. Siempre encontraremos, en el estudio de alguna sociedad, una clase dominante en continuo conflicto con un sector de la sociedad que es dominado por ésta. En la sociedad moderna encontramos una división, afirmando esta característica, entre burgueses y proletarios. Por burguesía se entiende la clase de los capitalistas modernos, que son los propietarios de los medios de producción social y emplean trabajo asalariado. Por proletarios se entiende la clase de los trabajadores asalariados modernos, que, privados de medios de producción propios, se ven obligados a vender su fuerza de trabajo para poder existir.” (Nota de F. Engels a la edición inglesa de 1888).

Partiendo de esta base, el segundo nivel del análisis consiste en distinguir el origen de ambas clases para luego poder encontrar el porqué de la situación de lucha entre éstos. Luego del descubrimiento de América y los viajes a África, y del establecimiento de colonias en estos lugares, se multiplicaron los medios de cambio y el comercio; la navegación y la industria tuvieron una gran aceleración. Todos estos factores contribuyeron a la descomposición de la sociedad feudal, y alimentaron a los incipientes procesos revolucionarios. La antigua organización de las industrias en estas sociedades ya no podía satisfacer la demanda que este proceso había generado. Esta organización gremial3 fue reemplazada por la manufactura. El estamento medio industrial suplantó a los maestros de los gremios y la división del trabajo entre las distintas corporaciones fue desplazada por la división del trabajo dentro de los talleres. Luego, con el avance producido por la Revolución Industrial, la industria moderna sustituyó a la manufactura y el estamento medio industrial fue desplazado por los industriales millonarios, los burgueses modernos.

El comercio mundial ayudó al desarrollo de la navegación y los medios de transporte terrestres. Esto favoreció notablemente en el crecimiento de la industria que impulsó un desarrollo aun mayor de la burguesía, multiplicándose sus capitales y desplazando a un segundo plano todas las clases que también provenían de la edad media.

Pero a la vez que la burguesía se apropiaba del poder económico, también lo hacia con el poder político. “La burguesía, después del establecimiento de la gran industria y del mercado universal, conquistó finalmente la hegemonía exclusiva del poder político en el Estado representativo moderno. El gobierno del Estado moderno no es más que una junta que administra los negocios comunes de toda la clase burguesa.”.

Esta nueva burguesía capitalista depende de los factores de producción disponibles. En su afán por maximizar los beneficios, trata de reducir siempre los costos de los factores productivos.

A la par del crecimiento de la burguesía, surgió también el proletariado, es decir, la clase obrera moderna. Según los autores, y considerando que el trabajo es un factor de producción, la burguesía toma al proletariado como una mercadería. Esta nueva clase se ve cada vez más desfavorecida por los métodos de producción burgueses. “El creciente empleo de las máquinas y la división del trabajo quitan al trabajo del proletariado todo carácter propio [...]. Por lo tanto, lo que cuesta hoy día un obrero se reduce poco más o menos a los medios de subsistencia indispensables para vivir y para perpetuar su linaje. Pero el precio de todo trabajo, como el de toda mercancía, es igual a los gastos de producción.” Consecuentemente, a mayor necesidad de mano de obra, más bajos son los salarios.

Al igual que la burguesía, el proletariado pasa por diferentes etapas en su desarrollo. Su lucha contra la burguesía, según Marx, comienza con su surgimiento. “Este desarrollo se refiere a un proceso de ampliación y homogeneización de la clase como tal.” En una primera instancia, la lucha es entablada por obreros aislados, después por obreros de la misma fábrica, luego por los obreros del mismo oficio, y así hasta entablar una lucha nacional. Pero estas paulatinas uniones tienen un fundamento muy fuerte. Como resultado de la competencia entre los burgueses, se ven obligados a bajar sus costos. El resultante directo es la fluctuación de los salarios. A raíz de esto, los obreros empiezan a formar grupos para defender sus intereses –los salarios- y esta lucha se degenera en una sublevación. Lo importante, desde el punto de vista de los autores, no es un triunfo inmediato en una lucha aislada, sino que estas luchas generen una unión cada vez más grande y más extensa de los obreros. La lucha del proletariado es una lucha nacional primero, porque la clase obrera de cada país debe luchar contra la burguesía local para luego poder conformar un movimiento proletario internacional. Este concepto de nacionalidad-internacionalidad es vital para el triunfo del proletariado. De esta forma, la organización de la clase obrera como un partido político es necesaria para este fin. Sin embargo, no todos los partidos políticos tienen el mismo carácter revolucionario, debido a sus diferentes orígenes y exigencias. Los comunistas también forman una organización de este tipo, pero “se distinguen de los demás porque en las diferentes luchas nacionales destacan y hacen valer los intereses comunes a todo el proletariado, independientemente de la nacionalidad [...] y porque, teóricamente, tienen sobre le resto del proletariado la ventaja de su clara visión de las condiciones, de la marcha y de los resultados generales del movimiento proletario.” Cabe aclarar que “el ‘Partido Comunista’ del que habla el Manifiesto es un partido internacional cuyos embriones son la Liga de los Comunistas y los Fraternal Democrats; esto es, de un lado, una organización compuesta sobre todo por alemanes, pero dispersa por toda Europa y, del otro, una organización concentrada en Londres pero compuesta de representantes exiliados de grupos obreros y comunistas de varios países del continente.” (Michael Löwy en La teoría de la revolución en el joven Marx)

Siguiendo los lineamientos del análisis inicial, luego de la relación de dominación, se concluye el período con el hundimiento de la clase dominante. En este período una porción de la clase en decadencia finalmente se une al sector revolucionario. En el caso analizado, esta facción que se separa de la burguesía está compuesta por los estamentos medios que, aunque con ideales conservadores, se une a la lucha porque sus intereses personales se verán favorecidos si se unen con la clase revolucionaria. Otro sector que se une al sector sublevado es el llamado por Marx como lumpenproletariado, que es producto de las capas más bajas de la vieja sociedad, y lleva fácilmente hacia el movimiento revolucionario.

Una de las conclusiones que afirma el supuesto del triunfo del proletariado es que, según Marx, los burgueses ya no son capaces de seguir desempeñando el papel de clase dominante. Las condiciones de vida del proletariado son tan bajas que la burguesía se ve obligada a mantenerla para que sean igualmente productivas; es decir, que dependen cada vez más de la clase obrera, porque el burgués depende del capital que no existiría sin las fuerzas de trabajo. Esta relación de necesidad es la que da al proletariado “un arma más para derrotar a la burguesía.”

Otro de los fundamentos de los autores para justificar la abolición de la propiedad privada se basa en que los medios de producción tienen un carácter social y no deben pertenecer la burguesía. Siendo que “el capital es un producto colectivo, no puede ser puesto en movimiento sino por la actividad conjunta de muchos miembros de la sociedad y, en última instancia sólo por la actividad de todos los miembros de la sociedad.” Por consiguiente, resulta razonable que el resultado obtenido por el producto de los factores de producción no sean propiedad únicamente de un pequeño sector de la sociedad

El materialismo histórico

http://filosofia.idoneos.com/index.php/343144

Es un error afirmar que el materialismo de Marx se basa en la afirmación 'todo es materia'. En efecto, Marx se abstiene de realizar afirmaciones metafísicas en ese sentido. Así, el materialismo que postula tiene una significación práctica que lo opone simultáneamente al idealismo de Hegel pero también al materialismo 'clásico'.

1. La prioridad del ser sobre el pensamiento: contra Hegel, Marx se ubica en una posición cercana a Feuerbach quien criticaba a Hegel por haber convertido al hombre en puro espíritu en lugar de considerarlo un ser real y concreto.

2. Materialismo dialéctico: Demócrito y los materialistas franceses del siglo XVIII, representan el materialismo clásico que Marx criticará por considerarlo abstracto y mecanicista, reduciendo la materia a leyes mecánicas (el mecanicismo estricto parecía superado por la ciencia del siglo XIX con la química, la biología y la teoría de la evolución). También señalará que el materialismo clásico carece de un carácter dialéctico e histórico. Pero el aspecto diferencial más importante es que considera a la realidad únicamente como objeto de contemplación, en tanto el pensar es posterior al ser y las ideas son puro reflejo de la realidad de modo tal que el hombre es un ser pasivo y contemplativo.

Así pues:

1. Contra el idealismo: afirma la independencia de la naturaleza exterior respecto al pensamiento.

2. Contra el materialismo mecanicista y Feuerbach: afirma que no es posible separar la Naturaleza respecto del hombre. El hombre no es contemplativo sino activo, transforma la naturaleza y la naturaleza real es la transformada por el hombre de manera que se introduce en el devenir histórico.

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El materialismo histórico de Marx supone la negación de la autonomía de las ideas respecto de las condiciones de la existencia humana y también el carácter dialéctico e histórico de esa base material. Engels lo define de la siguiente manera:

La concepción de la historia universal que ve la causa final y la fuerza propulsora decisiva de los acontecimiento históricos importantes en el desarrollo económico de la sociedad, en las transformaciones del modo de producción y de cambio, en la consiguiente división de la sociedad en distintas clases, y en las luchas de estas clases entre sí Engels, Del socialismo utópico al socialismo científico.

Engels, en efecto, considera que Marx es el creador de este materialismo y (junto a la teoría de la plusvalía) conforma su mayor hallazgo científico.

1. La estructura económica constituye la base real de la sociedad.

2. Tal estructura está constituida por las bases de producción, que son las relaciones que se establecen entre los hombres de acuerdo con su situación respecto a las fuerzas de producción. Jurídicamente se expresan a través de las relaciones de propiedad. Dentro de un sistema capitalista, la burguesía es la propietaria de los medios de producción, y el trabajador solo posee la fuerza de trabajo (relaciones que son diferentes en un régimen de esclavitud o servidumbre)

3. Las fuerzas productivas están dados por el trabajo y los medios de producción. Las fuerzas productivas se mueven dentro del marco formado por las relaciones de producción.

4. La estructura económica determina o condiciona una superestructura constituída por las formas de conciencia o formas ideológicas que no son sino el conjunto de representaciones (ideas, mitos, símbolos) y valores de la sociedad en un momento en particular. La ideología dominante en cada momento corresponde a la ideología de la clase también dominante de manera tal que justifica la estructura económica de ese momento.

5. El conflicto aparece en función del desarrollo normal de las fuerzas productivas, las cuales ya no encuentran un contexto adecuado sino solo problemas en las relaciones de producción. De se modo aparece la fase de revolución social que transformará la superestructura ideológica. Marx postula que el desarrollo del sistema capitalista de producción conduce inevitablemente a la superación de la sociedad burguesa y de la propiedad privada.

6. No es la razón lo que conduce la historia como puntualiza Hegel, sino que es conducida principalmente (aunque no exclusivamente) por las fuerzas de producción, especialmente, el trabajo humano. En síntesis, el hombre es el principal actor de la historia, historia que solo puede avanzar a través de las contradicciones y luchas. Y en esa lucha, las formas de conciencia (la conciencia de clase) tienen un papel significativo (aunque no excluyente ni prioritario)

IDEAS DEL KANT A RELACIONAR CON EL TEXTO PROPUESTO

¿QUÉ ES LA ILUSTRACIÓN?

Normalmente se tiende a minimizar el pensamiento político kantiano, que va de la mano de su filosofía de la historia. En efecto la producción kantiana se vertebra sobre las dos grandes preguntas ¿qué puedo conocer? (interés teórico), y ¿qué debo hacer? (interés práctico), que junto con la pregunta por la esperanza constituyen el telón de fondo antropológico de todo el pensamiento kantiano: ¿qué es el hombre? El ser humano es conocimiento, acción y esperanza. El conocimiento y la libertad serán ejes fundamentales de su filosofía.

En toda su filosofía Kant erige la razón, ilustrada, con todas sus características, como el tribunal desde el que emprender la tarea de fundamentación del saber y de la acción, una razón que reclama un acuerdo universal sobre la misma y la filosofía crítica de Kant establece que el tribunal será la propia razón.

Kant fue audaz al preguntarse no por el origen de nuestro conocimiento sino por la fundamentación del mismo. La posibilidad de un conocimiento sobre lo absoluto era más un punto de partida que de llegada en el pensamiento anterior, y las posiciones enfrentadas de racionalistas y empiristas se centran en el origen del conocimiento, si bien todos participan ya del giro gnoseológico o epistemológico que alumbra la Modernidad.

Nuestro autor es el gran protagonista de la perspectiva teórica al concebir en primer término al sujeto de conocimiento, con su revolución “copernicana”: Kant se centra más en las condiciones que posibilitan ese conocimiento que en el objeto del conocimiento. En efecto el sujeto impone sus condiciones (a priori). Este es el enfoque trascendental, que tiene que ver más con el modo de conocer la realidad que con la realidad misma. En términos kantianos la posibilidad de conocimiento científico viene marcada por los límites de la experiencia: sólo podemos conocer los fenómenos y no las cosas en sí (noúmeno) en tanto que éstas exceden el ámbito limitado, ya no hay un conocimiento de lo absoluto ni un Dios, como quería Descartes, que garantizase el conocimiento. Las ideas metafísicas tendrán un uso regulativo, en cuanto estimulantes y unificadoras del saber, pero no constitutivo del conocimiento. Además, la metafísica, ya no posible como ciencia (en ella no son posibles los juicios sintéticos a priori que sí eran posibles en matemáticas y física), pero es inevitable para los seres racionales y sí abrirá el camino para la razón práctica, cuyos postulados (libertad, inmortalidad, Dios) nos explica Kant en su filosofía ética ya que lo que no tiene cabida en el uso teórico de la razón sí lo tiene en el práctico. La antropología también tomará nota: el ser humano es un ser escindido entre lo fenoménico y lo nouménico. En el mundo físico natural, el mundo sensible kantiano, está sometido a la causalidad y al determinismo físicos, en el mundo moral (mundo inteligible)y de la historia es un ser libre.

La imposibilidad de la metafísica como ciencia, y la ausencia de un Dios que garantizase el conocimiento abren el camino ilustrado a la “razón”. No es una razón cualquiera: no vale la razón de las ideas innatas cartesianas (racionalismo) y mucho menos una razón al servicio de la burda experiencia (empirismo), o la teología (escolástica). Es una razón ilustrada, crítica, autónoma, analítica, que establece su propio tribunal para fijarse a sí misma sus propios límites. La razón kantiana, como casi todo en la Modernidad, es una razón escindida, es decir, por un lado crítica y pública, pero también una razón jurídica y limitada.

Es importante resaltar algo del contexto histórico-cultural kantiano. En efecto la razón ilustrada es la expresión teórica de una práctica burguesa en expansión. En el caso de Prusia (Alemania) dicha burguesía se encontraba atrasada, denominador común para que los pensadores alemanes pensaran dicha práctica desde la limitación de sus propios contextos sociales. No olvidemos que Kant habla de una época de Ilustración, pero todavía no ilustrada.

En el texto Respuesta a la pregunta ¿qué es la Ilustración? , Kant establece la diferencia entre el uso público y el uso privado de la razón. De acuerdo con el uso público es un derecho del ser humano, en cuanto libre e ilustrado (docto) ejercer ampliamente la crítica. Esta crítica es necesaria para la evolución social (no podemos olvidar la importancia de la idea de progreso para todos los pensadores ilustrados). Es una crítica que denunciará oscuridades, prejuicios e instituciones que ya no pueden cristalizar en el espíritu de la nueva época. Este uso público de la razón necesita transparencia y necesidad el requisito de la publicidad: va construyendo la política del espacio público. De acuerdo con el uso privado de la razón, el uso público, su actividad crítica, debe limitarse. El único camino es la obediencia (pensad... pero obedeced). Ambos usos deben coexistir para que las sociedades transcurran hacia lo mejor, de una forma – acorde con el espíritu del liberalismo – que legitima una deliberación de lo público que no pone en jaque los intereses de lo privado. Es una razón ambigua (paradoja de la Ilustración) en la que la crítica ejercida por la dinámica de la sociedad civil se topa con la lógica del Estado, que es pensado jurídicamente, y que naturaliza los intereses de lo privado de forma que quedan salvaguardados los intereses de la burguesía al disociarse la igualdad formal de lo social como reino de la desigualdad. El gran esfuerzo kantiano se centra en potenciar una razón que quiere construir un espacio deliberativo. La atención a las necesidades concretas de los seres humanos será alentada posteriormente por el pensamiento de K. Marx.

La teoría política moderna ha venido impregnada con las tesis del contractualismo. En estas teorías se supone que la comunidad política o incluso la sociedad es fruto de un acuerdo entre los seres humanos, a partir de un postulado estado de naturaleza en el que existen, o no, según cada teórico, determinados derechos naturales. Kant no es ajeno a estas posiciones y se sitúa en ellas en diálogo crítico con Hobbes y Rousseau (dos posturas que tradicionalmente se toman como antagónicas). Por lo que se refiere al estado de naturaleza, Kant considera que existen ciertos derechos privados y pone el acento el aspecto de guerra potencial que éste reviste al no existir una autoridad competente. Los seres humanos formularían un contrato que es un fin en sí mismo: una constitución. El estado de naturaleza no es contrario a la sociabilidad sino al Estado civil. Como en el contrato de Rousseau este contrato contemplaría el respeto a los bienes particulares y la posibilidad de autonomía. Kant pone reparos a que se produzca pacto alguno gobernantes-gobernados. Kant diferencia el origen del Estado y su fundamentación: el origen es una cuestión histórica, en cuya génesis se halla el ejercicio de la fuerza, mientras que la justificación es racional, eidética (con lo que no hay justificaciones revolucionarias).

En la política kantiana es fundamental del Estado con el Estado de Derecho. La condición civil en un Estado jurídico, de derecho, se basa en:

a) la libertad de cada miembro de la comunidad, en cuanto ser humano;

b) la igualdad entre los miembros, en cuanto súbditos;

c) la autonomía de cada miembro, en cuanto ciudadano.

Estas ideas se encuentran evidentemente en relación con el texto que hemos trabajado.

a) El postulado de la libertad es uno de los fundamentos de la ética formal kantiana y se establece además como condición de moralidad. Asimismo es básico para la dinámica jurídico-política. En las constituciones políticas esta libertad debe concretarse (pensamiento, religión...) Kant concretamente expresa que nadie puede obligar a otro a ser feliz según el propio criterio. Ese camino debe ser buscado por cada ser humano. La felicidad no es el ideal moral (como lo fuera en las éticas eudemonistas, que son materiales y a posteriori, reguladas por imperativos hipotéticos), sino el deber. La felicidad es algo subjetivo, empírico, material, a posteriori sobre lo que no es posible formular ni una ética (él no lo hace) no una formulación política, una constitución: dicho atrevimiento sería despótico. La ética de Kant no es una ética de la felicidad sino una ética de la justicia, una ética del deber.

b) Para evitar una serie de subordinaciones infinitas, el poder supremo debe estar libre de coacciones y no se autoriza en ningún caso la rebelión. Como pensador de la burguesía, por otra parte, Kant sostiene que la igualdad, en cuanto súbditos, convive sin problema con las desigualdades sociales y económicas en el seno de la sociedad civil. Aquí se percibe el trasfondo liberal de su pensamiento. En este orden de cosas y, de nuevo en referencia al contexto histórico, es importante ver cómo se acerca Kant a las tesis del despotismo ilustrado cuando identifica la época de Ilustración con su propio monarca: Federico II. Alemania (contextualmente Prusia), en comparación con Francia o Estados Unidos parece impotente para realizar su propio proceso burgués en expansión (la Revolución francesa tendrá lugar pocos años después de este artículo). La Alemania en la que vive (Prusia) sigue teniendo unas estructuras sociales y formas de pensamiento que lindan con lo medieval: de ahí que identifique la Ilustración con la salida de una minoría de edad que entiende como incapacidad de la que uno mismo es responsable. El lema kantino Sapere aude expresa tanto los aspectos teóricos como prácticos de la Ilustración: una confianza en una razón que está dispuesta a fijarse sus propios límites, no sólo en el campo de la teoría del conocimiento (gnoseológico) al renunciar al conocimiento metafísico, sino también en el campo práctico, ético-político, de forma que se impida la irracionalidad política tanto en sus versiones medieval como maquiavélica. Kant desautoriza la sociedad estamentaria dentro de la lógica de la igualdad formal, compatible por otra parte con las desigualdades sociales que le son coetáneas dentro de un sistema de teórica igualdad de oportunidades (liberal) que será denunciado ya en el XIX.

La autonomía es un pilar del pensamiento kantiano y una de las características de la razón ilustrada. No olvidemos que la ética kantiana se autocalifica de autónoma, en contraposición a las éticas heterónomas. Para empezar el ideal ilustrado es el pensamiento por uno mismo. La autonomía moral se entiende como la capacidad para darse uno a sí mismo leyes que tengan valor universal (que sean universalizables). No hay códigos de contenido en la ética kantiana ni imperativos hipotéticos, sólo un imperativo categórico que tiene tres formulaciones: obrar siempre de acuerdo con una máxima que se pueda querer como ley universal, tomar siempre a las personas como fines y nunca como medios (dignidad de la persona) y obrar de acuerdo con un legislador universal en un reino de fines. Bajo la idea de voluntad general unificada del pueblo, rousseauniano, habita la idea de obediencia a uno mismo. El ciudadano es un colegislador en el momento que se gobierna a sí mismo pero en materia de política hay un sistema de representación mediante un sufragio censitario cuyo criterio es la condición de propietario (en sentido amplio, por lo que también es propietario el que tiene un arte, un oficio o una ciencia en el sentido de profesional liberal):

La idea es que se excluyen algunos sujetos por naturaleza (niños, mujeres – recordemos el androcentrismo a lo largo de nuestra historia) y otros por su situación, dado que al depender de otros por la venta de la fuerza de su trabajo pierden su autarquía, necesaria para la condición de ciudadanía.

Completar con el libro de texto y los otros apuntes.

Contenido del texto y estructura (apuntes)

Introducción y CONTEXTO (completado con lo aquí citado, apuntes y libro).

El ideal de la Ilustración en Kant. (libro de texto)

La razón ilustrada (apuntes)

El problema del conocimiento. (libro de texto)

Determinismo y libertad. La ética. (libro de texto)



(3) Corporación de la Edad Media formada por maestros, oficiales y aprendices de una misma profesión u oficio