Historia de la filosofía y de la ciencia

Monday, October 09, 2006

Texto de selectividad y material obligatorio para prepararlo

Platón

(Libro VII de la República. Ed. Gredos, páginas 338-348. Madrid, 1.986)

-Después de eso -proseguí- compara nuestra naturaleza respecto de su educación y de su falta de educación con una experiencia como ésta. Represéntate hombres en una morada subterránea en forma de caverna, que tiene la entrada abierta, en toda su ex- tensión, a la luz. En ellas están desde niños con las piernas y el cuello encadenados, de modo que deben permanecer allí y mirar sólo delante de ellos, porque las cadenas les impiden girar en derredor la cabeza. Más arriba y más lejos se halla la luz de un fuego que brilla detrás de ellos; y entre el fuego y los prisioneros hay un camino más alto, junto al cual imagínate un tabique construido de lado a lado, como el biombo que los titiriteros levantan delante del público para mostrar, por encima del biombo, los muñecos.

-Me lo imagino...

-Imagínate ahora que, del otro lado del tabique , pasan sombras que llevan toda clase de utensilios y figurillas de hombres y otros animales, hechos en piedra y madera y de diversas clases; y entre los que pasan unos hablan y otros callan.

-Extraña comparación haces, y extraños son esos prisioneros.

-Pero son como nosotros. Pues en primer lugar, ¿crees que han visto de sí mismos, unos de los otros, otra cosa que las sombras proyectadas por el fuego en la parte de la caverna que tienen frente a sí?

-Claro que no, si toda su vida están forzados a no mover las cabezas.

-¿Y no sucede lo mismo con los objetos que llevan los que pasan del otro lado del tabique?

-Indudablemente.

-Pues entonces, si dialogaran entre sí, ¿note parece que entenderían estar nombrando a los objetos que pasan y que ellos ven?(1)

-Necesariamente.

-Y si la prisión contara con un eco desde la pared que tienen frente a sí, y algunos de los que pasan del otro lado del tabique hablara, ¿no piensas que creerían que lo que oyen proviene de la sombra que pasa delante de ellos?

-¡Por Zeus que sí!

-¿Y que los prisioneros no tendrían por real otra cosa que las sombras de los objetos artificiales transportados?

-Es de toda necesidad.

-Examina ahora el caso de una liberación de sus cadenas y de una curación de su ignorancia, ¿qué pasaría si naturalmente(2) les ocurriese que uno de ellos fuera liberado y forzado a levantarse de repente, volver el cuello y marchar mirando a la luz y, al hacer todo esto, sufriera y a causa del encandilamiento fuera incapaz de percibir aquellas cosas cuyas sombras había visto antes? ¿Qué piensas que respondería si se le dijese que lo que había visto antes eran fruslerías y que ahora, en cambio, está más próximo a lo real, vuelto hacia cosas más reales y que mira correctamente? Y si se le mostrara cada uno de los objetos que pasan del otro lado del tabique y se le obligara a contestar preguntas sobre lo que son, ¿no piensas que se sentirá en dificultades y que considerará que las cosas que antes veía eran más verdaderas que las que se le muestran ahora?

-Mucho más verdaderas.

-Y si se le forzara a mirar hacia la luz misma, ¿no le dolerían los ojos y trataría de eludirla, volviéndose hacia aquellas cosas que podía percibir, por considerar que éstas son realmente más claras que las que se le muestran?

-Así es.

-Y si a la fuerza se lo arrastrara por una escarpada y empinada cuesta, sin soltarlo antes de llegar hasta la luz del sol, ¿no sufriría acaso y se irritaría por ser arrastrado y, tras llegar a la luz, tendría los ojos llenos de fulgores que le impedirían ver uno solo de los objetos que ahora decimos que son los verdaderos?

-Por cierto, al menos inmediatamente.

-Necesitaría acostumbrarse, para poder llegar a mirar las cosas de arriba. En primer lugar miraría con mayor facilidad las sombras, y después las figuras de los hombres y de los otros objetos reflejados en el agua, luego los hombres y los objetos mismos. A continuación contemplaría de noche lo que hay en el cielo y el cielo mismo, mirando la luz de los astros y la luna más fácilmente que, durante el día, el sol y la luz del sol.

-Sin duda.

-Finalmente, pienso, podría percibir el sol, no ya en imágenes en el agua o en otros lugares que le son extraños, sino contemplarlo cómo es en sí y por sí, en su propio ámbito.

-Necesariamente.

-Después de lo cual concluiría, con respecto al sol, que es lo que produce las estaciones y los años y que gobierna todo el ámbito visible y que de algún modo es causa de las cosas que ellos habían visto.

-Es evidente que, después de todo esto, arribaría a tales conclusiones.

-Y si se acordara de su primera morada, del tipo de sabiduría existente allí y de sus entonces compañeros de cautiverio, ¿no piensas que se sentiría feliz del cambio y que los compadecería?

-Por cierto.

-Respecto de los honores y elogios que se tributaban unos a otros, y de las recompensas para aquel que con mayor agudeza divisara las sombras de los objetos que pasaban detrás del tabique, y para el que mejor se acordase de cuáles habían desfilado habitualmente antes y cuáles después, y para aquel de ellos que fuese capaz de adivinar lo que iba a pasar, ¿te parece que estaría deseoso de todo eso y que envidiaría a los más honrados y poderosos entre aquellos? ¿O más bien no le pasaría como al Aquiles de Homero, y "preferiría ser un labrador que fuera siervo de un hombre pobre”(3) o soportar cualquier otra cosa, antes que volver a su anterior modo de opinar y a aquella vida?

-Así creo también yo, que padecería cualquier cosa antes que soportar aquella vida.

-Piensa ahora esto: si descendiera nuevamente y ocupara su propio asiento, ¿no tendría ofuscados los ojos por las tinieblas, al llegar repentinamente del sol?

-Sin duda.

-Y si tuviera que discriminar de nuevo aquellas sombras, en ardua competencia con aquellos que han conservado en todo momento las cadenas, y viera confusamente hasta que sus ojos se reacomodaran a ese estado y, se acostumbraran en un tiempo nada breve, ¿no se expondría al ridículo y a que se dijera de él que, por haber subido hasta lo alto, se había estropeado los ojos, y que ni siquiera valdría la pena intentar marchar hacia arriba? Y si intentase desatarlos y conducirlos hacia la luz, ¿no lo matarían, si pudieran tenerlo en sus manos y matarlo?

-Seguramente.

-Pues bien, querido Glaucón, debemos aplicar íntegra esta alegoría a lo que anteriormente ha sido dicho, comparando la región que se manifiesta por medio de la vista con la morada-prisión, y la luz del fuego que hay en ella con el poder del sol; compara, por otro lado, el ascenso y contemplación de las cosas de arriba con el camino del alma hacia el ámbito inteligible, y no te equivocarás en cuanto a lo que estoy esperando, y que es lo que deseas oír. Dios sabe si esto es realmente cierto; en todo caso, lo que a mí me parece es que lo que dentro de lo cognoscible se ve al final, y con dificultad, es la Idea del Bien. Una vez percibido, ha de concluirse que es la causa de todas las cosas rectas y bellas, que en el ámbito visible ha engendrado la luz y al señor de ésta, y que en el ámbito inteligible es señora y productora de la verdad y de la inteligencia, y que es necesario tenerla en vista para poder obrar con sabiduría tanto en lo privado como en lo público.

-Comparto tu pensamiento, en la medida que me es posible.

-Mira también si lo compartes en esto: no hay que asombrarse de que quienes han llegado allí no estén dispuestos a ocuparse de los asuntos humanos, sino que sus almas aspiran a pasar el tiempo arriba; lo cual es natural, si la alegoría descrita es correcta también en esto.

-Muy natural.

-Tampoco seria extraño que alguien que, de contemplar las cosas divinas, pasara a las humanas, se comportase desmañadamente y quedara en ridículo por ver de modo confuso y, no acostumbrado aún en forma suficiente a las tinieblas circundantes, se viera forzado, en los tribunales o en cualquier otra parte, a disputar sobre sombras de justicia o sobre las figurillas de las cuales hay sombras, y a reñir sobre esto del modo en que esto es discutido por quienes jamás han visto la Justicia en sí.

-De ninguna manera sería extraño.

-Pero si alguien tiene sentido común, recuerda que los ojos pueden ver confusamente por dos tipos de perturbaciones: uno al trasladarse de la luz a la tiniebla, y otro de las tiniebla a la luz; y al considerar que esto es lo que le sucede al alma, en lugar de reírse irracionalmente cuando la ve perturbada e incapacitada de mirar algo, habrá de examinar cuál de los dos casos es: si es que al salir de una vida luminosa ve confusamente por falta de hábito, o si, viniendo de una mayor ignorancia hacia lo más luminoso, es obnubilada por el resplandor. Así, en un caso se felicitará de lo que le sucede y de la vida a que accede; mientras en el otro se apiadará, y, si se quiere reír de ella, su risa será menos absurda que si se descarga sobre el alma que desciende desde la luz.

-Lo que dices es razonable.

-Debemos considerar entonces, si esto es verdad, que la educación no es como la proclaman algunos. Afirman que, cuando la ciencia no está en el alma, ellos la ponen, como si se pusiera la vista en ojos ciegos.

-Afirman eso, en efecto.

-Pues bien, el presente argumento indica que en el alma de cada uno hay el poder de aprender y el órgano para ello, y que, así como el ojo no puede volverse hacia la luz y dejar las tinieblas si no gira todo el cuerpo, del mismo modo hay que volverse desde lo que tiene génesis con toda el alma, hasta que llegue a ser capaz de soportar la contemplación de lo que es, y lo más luminoso de lo que es, que es lo que llamamos el Bien. ¿No es así?

-Sí.

-Por consiguiente, la educación sería el arte de volver este órgano del alma del modo más fácil y eficaz en que puede ser vuelto, mas no como si le infundiera la vista, puesto que ya la posee, sino, en caso de que se lo haya girado incorrectamente y no mire adonde debe, posibilitando la corrección.

-Así parece, en efecto.

-Ciertamente, las otras denominadas "excelencias" del alma parecen estar cerca de las del cuerpo, ya que, si no se hallan presentes previamente, pueden después ser implantadas por el hábito y el ejercicio: pero la excelencia del comprender da la impresión de corresponder más bien a algo más divino, que nunca pierde su poder, y que según hacia dónde sea dirigida es útil y provechosa, o bien inútil y perjudicial. ¿O acaso no te has percatado de que esos que son considerados malvados, aunque en realidad son astutos, poseen un alma que mira penetrantemente y ve con agudeza aquellas cosas a las que se dirige, porque no tiene la vista débil sino que está forzada a servir al mal, de modo que, cuanto más agudamente mira, tanto más mal produce?

-¡Claro que sí!

-No obstante, si desde la infancia se trabajara podando en tal naturaleza lo que, con su peso plomífero y su afinidad con lo que tiene génesis y adherido por medio de la glotonería, lujuria y placeres de esa índole, inclina hacia abajo la vista del alma; entonces, desembarazada ésta de ese peso, se volvería hacia lo verdadero, y con este mismo poder en los mismos hombres vería del modo penetrante con que ve las cosas a las cuales está ahora vuelta.

-Es probable.

-¿Y no es también probable, e incluso necesario a partir de lo ya dicho, que ni los hombres sin educación ni experiencia de la verdad puedan gobernar adecuadamente alguna vez el Estado, ni tampoco aquellos a los que se permita pasar todo su tiempo en el estudio, los primeros por no tener a la vista en la vida la única meta(4) a que es necesario apuntar al hacer cuanto se hace privada o públicamente, los segundos por no querer actuar, considerándose como si ya en vida estuviesen residiendo en la Isla de los Bienaventurados?(5)

-Verdad.

-Por cierto que es una tarea de nosotros, los fundadores de este Estado, la de obligar a los hombres de naturaleza mejor dotada a emprender el estudio que hemos dicho antes que era el supremo contemplar el Bien y llevar a cabo aquel ascenso y, tras haber ascendido y contemplado suficientemente, no permitirles lo que ahora se les permite.

-¿A qué te refieres?

-Quedarse allí y no estar dispuesto a descender junto a aquellos prisioneros, ni participar en sus trabajos y recompensas, sean éstas insignificantes o valiosas.

-Pero entonces -dijo Glaucón- ¿seremos injustos con ellos y les haremos vivir mal cuando pueden hacerlo mejor?

-Te olvidas nuevamente(6), amigo mío, que nuestra ley no tiende a que una sola clase lo pase excepcionalmente bien en el Estado, sino que se las compone para que esto suceda en todo el Estado, armonizándose los ciudadanos por la persuasión o por la fuerza, haciendo que unos a otros se presten los beneficios que cada uno sea capaz de prestar a la comunidad. Porque si se forja a tales hombres en el Estado, no es para permitir que cada uno se vuelva hacia donde le da la gana, sino para utilizarlos para la consolidación del Estado.

-Es verdad; lo había olvidado, en efecto.

-Observa ahora, Glaucón, que no seremos injustos con los filósofos que han surgido entre nosotros, sino que les hablaremos en justicia, al forzarlos a ocuparse y cuidar de los demás. Les diremos, en efecto, que es natural que los que han llegado a ser filósofos en otros Estados no participen en los trabajos de éstos, porque se han criado por sí solos, al margen de la voluntad del régimen político respectivo; y aquel que se ha criado solo y sin deber alimento a nadie, en buena justicia no tiene por qué poner celo en compensar su crianza a nadie. "Pero a vosotros os hemos formado tanto para vosotros mismos como para el resto del Estado, para ser conductores y reyes de los enjambres, os hemos educado mejor y más completamente que a los otros, y más capaces de participar tanto en filosofía como en la política. Cada uno a su turno, por consiguiente, debéis descender hacia la morada común de los demás y habituaros a contemplar las tinieblas; pues, una vez habituados, veréis mil veces mejor las cosas de allí y conoceréis cada una de las imágenes y de qué son imágenes, ya que vosotros habréis visto antes la verdad en lo que concierne a las cosas bellas, justas y buenas. Y así el Estado habitará en la vigilia para nosotros y para vosotros, no en el sueño, como pasa actualmente en la mayoría de los Estados, donde compiten entre sí como entre sombras y disputan en torno al gobierno, como si fuera algo de gran valor. Pero lo cierto es que el Estado en el que menos anhelan gobernar quienes han de hacerlo es forzosamente el mejor y el más alejado de disensiones, y lo contrario cabe decir del que tenga los gobernantes contrarios a esto".

-Es muy cierto.

-¿Y piensas que los que hemos formado, al oír esto, se negarán y no estarán dispuestos a compartir los trabajos del Estado, cada uno en su turno, quedándose a residir la mayor parte del tiempo unos con otros en el ámbito de lo puro?

-Imposible, pues estamos ordenando a los justos cosas justas. Pero además cada uno ha de gobernar por una imposición, al revés de lo que sucede a los que gobiernan ahora en cada Estado.

-Así es, amigo mío: Si has hallado para los que van a gobernar un modo de vida mejor que el gobernar, podrás contar con un Estado bien gobernado; pues sólo en él gobiernan los que son realmente ricos, no en oro, sino en la riqueza que hace la felicidad: una vida virtuosa y sabia. No, en cambio, donde los pordioseros y necesitados de bienes privados marchan sobre los asuntos públicos, convencidos de que allí han de apoderarse del bien; pues cuando el gobierno se convierte en objeto de disputas, semejante guerra doméstica e intestina acaba con ellos y con el resto del Estado.

-No hay cosa más cierta.

-¿Y sabes acaso de algún otro modo de vida, que el de la verdadera filosofía, que lleve a despreciar el mando político?

-No, por Zeus.

-Es necesario entonces que no tenga acceso al gobierno los que están enamorados de éste; si no, habrá adversario que los combata.

-Sin duda.

-En tal caso, ¿impondrás la vigilancia del Estado a otros que a quienes, además de ser los más inteligentes en lo que concierne al gobierno del Estado, prefieren otros honores y un modo de vida mejor que el del gobernante del Estado?

-No, a ningún otro.

-¿Quieres ahora que examinemos de qué modo se formarán tales hombres, y cómo se los ascenderá hacia la luz, tal como dicen que algunos han ascendido desde el Hades hasta los dioses?

-¿Cómo no habría de quererlo?

-Pero esto, me parece, no es como un voleo de concha(7), sino un volverse del alma desde un día nocturno hasta uno verdadero; o sea, de un camino de ascenso hacia lo que es, camino al que correctamente llamamos “filosofía”.

-Efectivamente

-Habrá entonces que examinar qué estudios tienen este poder.

-Claro está.

-¿Y qué estudio, Glaucón, será el que arranque al alma desde lo que deviene hacia lo que es? Al decirlo, pienso a la vez esto: ¿no hemos dicho que tales hombres debían haberse ejercitado ya en la guerra?

-Lo hemos dicho, en efecto.

-Por consiguiente, el estudio que buscamos debe añadir otra cosa a ésta.

-¿Cuál?

-No ser inútil a los hombres que combaten.

-Así debe ser, si es que eso es posible.

Notas

(1)O sea, los objetos transportados del otro lado del tabique, cuyas sombras, proyectadas sobre el fondo de la caverna, ven los prisioneros.

(2)No se trata de que lo que les sucediese fuera natural –el mismo Platón dice que obrarían “forzados”- sino acorde con la naturaleza humana.

(3)En Od. XI 489-490.

(4)La Idea de Bien.

(5)Desde Píndaro (Olímp. II 70-72) la Isla de los Bienaventurados es el lugar de los justos tras la muerte. Cf. Gorgias 423 a-b.

(6)Cf. Adimanto en IV 419a

(7)La expresión remite a un juego infantil, que Adam interpreta siguiendo a Grasberger: se arrojaba al aire una concha, negra de un lado y blanco de otro, y los jugadores, divididos en dos bandos, gritaban “noche” o “día” (de ahí da “día nocturno” o “día verdadero”, en la frase siguiente, según Forster, citado por Adam). Según de qué lado caía, en un bando echaba a correr y el otro lo perseguía. Platón quiere decir –interpreta Adam siguiendo a Schleiermacher- que la educación no es algo tan intrascendente como dicho juego.



MATERIALES PARA LA PREPARACIÓN DEL EXAMEN

La filosofía política de Platón


http://centros4.pntic.mec.es/~norbacae/webcarrapiso/

PROBLEMÁTICA FUNDAMENTAL

La obra de Platón hay que encuadrarla en el mundo en que se origina: la sociedad griega, heredera de dos tradiciones: una filosófica, originada en el siglo VI a.C., preocupada por el conocimiento de la naturaleza (physis) y del devenir, aunque ya transformados sus intereses en el siglo V a.C. hacia los problemas antropológicos (sofistas y Sócrates), y otra claramente política. Esta segunda le produjo grandes decepciones (Carta VII) y es lo que a través de sus escritos y con la apertura de su Academia, pretendió paliar.

Platón pretende aunar ambas tradiciones para buscar que los filósofos sean los gobernantes o que los gobernantes fueran filósofos, que sea la verdad quien dirija la acción política. Todo ello desde la absoluta convicción de que existe un mundo de arquetipos (Ideas) inmateriales (esencias), absolutamente independientes del mundo material en que vivimos, que sólo son comprensibles por la razón y son, además el modelo ideal y la causa del mundo material y sensible en el que los seres humanos nos desenvolvemos (ontología). Esas Ideas son lo que el buscador de la verdad (filósofo) tiene que descubrir (dialéctica) para luego encaminar sus actos (privados y públicos) bajo los dictados de la razón.

Dada esa perfección deseada, se hace evidente que el arquetipo de los arquetipos (la idea de las ideas) es la idea de bien, el ideal de la perfección, causa de todo y causa del conocimiento. El bien es como el sol: todo lo ilumina.

Intentar alcanzar ese mundo ideal es la finalidad de los actos de la vida humana. La sociedad justa (política) sólo podrá lograrse si, además, existe una buena educación (paideia) que nos lleve a ese fin, lo cual significa que tiene que existir una teoría del conocimiento (epistemología) dirigida a la búsqueda de esa verdad.

Pero ese mundo verdadero no podrá ser algo que esté cambiando constantemente, sino el conjunto de arquetipos ideales inmutables que nos permitan fijar el conocimiento y saber qué son las cosas.

La educación conveniente (no la sofista) tiene que ser el modo de acceder al mundo de las Ideas, de alcanzar el conocimiento perfecto y de conseguir una sociedad justa dirigida por la verdad y el bien.

LA FUNCIÓN DEL MITO EN PLATÓN

Definida la filosofía como el paso del mito al lógos ¿puede sorprender que un filósofo tan racional como Platón recurra al lenguaje irracional de los mitos? No, porque el papel que el mito desempeña en Platón es muy diferente. Platón otorga al mito un papel literario coherente con su forma de hacer filosofía. Es un estímulo metafórico para la razón cuando lo que se quiere comunicar se vuelve imposible a través del lenguaje corriente que está estrechamente asociado a lo sensible (insuficiencia del lenguaje ordinario). El lenguaje del mito no es un retroceso a los momentos prefilosóficos, porque los mitos en Platón no son una explicación final sino un medio para ascender a un nivel superior de comprensión y actúan como estimuladores de la razón.

EL MITO DE ER

La vida del ser humano es la de un peregrinar transitorio por el mundo sensible, como una especie de castigo para el alma, en el que se debe encontrar la armonía y la justicia, que son la felicidad. Con ello el regreso al Hades después de la muerte será glorioso.

LAS COSAS SENSIBLES PARTICIPAN DE LAS IDEAS

Las cosas sensibles participan de las ideas de igual modo que el sujeto de una oración cualquiera participa de un cierto predicado. El sujeto es lo particular (la cosa) y el predicado es lo universal (la idea). Las ideas, lógicamente hablando, constituyen los géneros de las cosas. Por lo tanto, es comprensible que la idea superior a todas sea la idea de Bien, porque no hay ninguna idea que, al pensarla no sea buena o perfecta.

REMINISCENCIA

En el Menón se nos dice que la causa del conocimiento es el recuerdo al existir un sucesivo renacer de las almas (transmigración órfico-pitagórica). Las almas han visto en existencias anteriores la esencia de las cosas por lo que aprender no es otra cosa que recordar. (Pasaje del esclavo: una persona totalmente ignorante que, hábilmente dirigida por las preguntas de Sócrates, es capaz de alcanzar por sí solo ciertos conocimientos elementales de tipo matemático.

Todo el conocimiento es recuerdo de algo anterior, tesis que se ratifica en el mito del auriga (Fedro): el alma (psique) que es el cochero, se paseó una vez por los cielo y pudo contemplar las esencias, pero en la disputa que entre sí mantienen los dos caballos que la transportan y que debe gobernar /uno malo y otro bueno) le hacen caer a este mundo sensible, siendo encarcelada en el cuerpo humano. Una vez anclada el alma en la vida humana, es a través de los sentidos como el cuerpo pone al alma en contacto con las sombras de este mundo y desde estos contactos primeros el alma inicia el recuerdo (anamnesia) lentamente de lo que ya una vez vio en su viaje celestial.

Si conocer es recortar, entonces Platón afirma la existencia de ideas innatas. Gran parte del conocimiento humano no se obtiene a través de los sentidos sino sólo y exclusivamente por la razón, por mera introspección. Al ser las ideas innatas nada puede, en realidad, ser enseñado, sino sólo ser educados (conducidos) al estilo socrático para recordar lo que ya se conoce. En el modelo de educación socrática (mayéutica) el maestro, mediante preguntas, va aflorando en el discípulo las ideas que ya están en su interior (ideas innatas que son universales).

ANTROPOLOGÍA Y PSICOLOGÍA PLATÓNICAS

En el mito del auriga (Fedro) Platón nos relata la condición y naturaleza del hombre como un compuesto psicofísico. El ser humano es consecuencia de la caída del alma a la tierra, un compuesto de cuerpo (materia, sentidos) y alma (racionalidad). El alma humana, que es inmortal, tiene sucesivos periodos de vivir alojada en el cuerpo (transmigración, metempsicosis órfico-pitagórica) del que se libera cuando regresa al mundo de los muertos para recibir su premio o castigo.

El alma humana, en los periodos de su existencia terrenal, ha de buscar la felicidad y la justicia; es decir, el destino del hombre es colocarse bajo el gobierno de las ideas (la razón) por lo que se hace imprescindible la educación para superar las limitaciones e inclinaciones del cuerpo. Ahora bien, si el cuerpo es único, el alma está dividida en tres potencias.

Existe una parte racional, otra irascible y otra sensual; la suma de las tres determina el carácter de los individuos (y por extensión, el de las sociedades, ya que éstas son el reflejo de los hombres). El equilibrio, tanto individual (virtud) como social (Justicia) consiste en el sometimiento de las almas irascible y sensual a los dictados del alma racional.

ALMA

UBICACIÓN

CARÁCTER

VRITUD

CLASE SOCIAL

FUNCIÓN

METAL

(mito fenicio)

Racional

Cabeza

Inteligencia

Prudencia

Gobernantes

Mandar

oro

Irascible

Pecho

Coraje

Valor

Guardianas

Defender

plata

Sensual

Vientre

Pasión

Templanza

Productores, comerciantes y artesanos

Proveer

bronce

LA EDUCACIÓN Y LA DIALÉCTICA

El modelo educativo de Platón, inspirado en el estilo irónico y mayéutico de Sócrates, es una clara reacción a los planteamientos de los sofistas quienes, por una parte, defendían el relativismo del conocer y, por otro, posibilitaban el acceso de cualquiera, aun sin las capacidades adecuadas, al conocimiento (un conocimiento que no sería tal puesto que estaba sometido a los intereses empíricos y a los engaños de los sentidos).

La educación platónica es un proceso gradual a través que diversas disciplinas que recibe el nombre de Dialéctica en su último tramo (dialéctica ascendente o método hipotético-inductivo y dialéctica descendente o método deductivo). Los gobernantes han de ejercer el doble camino de la dialéctica: ascendiendo de idea en idea hasta descubrir la idea de bien y de justicia y luego aplicar sus conocimientos a la marcha de los asuntos humanos.

Este proceso educativo se inicia a los 20 años, después de que los jóvenes hayan sido elegidos tras haber sido observadas sus aptitudes naturales en la educación tradicional (basada en la música y la gimnástica) y de que hayan conocido los ardores de la guerra. Los conocimientos para los aspirantes a filósofo-rey se inician con una sinopsis de todo lo estudiado anteriormente (saberes particulares o pistis), para pasar luego al estudio de los seres matemáticos (diánoia) hasta los 30 años. Así, sucesivamente, van estudiando aritmética, geometría plana, geometría espacial, astronomía y armonía. A partir de los 30 años se inician en el conocimiento de la verdadera dialéctica. A los 35 años deben empezar a ocuparse de puestos subalternos en el gobierno y a partir de los 50 años ya están preparados para gobernar la polis.

La revolución educativa de los sofistas y la reacción socrático-platónica

Los sofistas revolucionaron la filosofía haciéndola popular. Con ellos, el démos ve la posibilidad de afianzarse en lo que antes era el privilegio de los aristócratas. La téchne política se pone al alcance de todos los ciudadanos en el esplendor democrático de Atenas. La educación sofista capacitaba para la adquisición de determinadas artes (habilidades) y técnicas (argumentativas, oratorias y retóricas) suficientes para alcanzar el triunfo en la vida social y pública, especialmente en las asambleas políticas. Los sofistas supusieron una revolución por cuanto pusieron la educación al alcance de todas las clases sociales (algo que anteriormente estaba reservado a los aristócratas), aunque se limitaba a quienes pudieran pagarla (lo cual suponía otro motivo de escándalo para la tradición que nunca había concedido valor económico a las enseñanzas). Lo sofistas eran maestros ambulantes (otro escándalo, ya que en Grecia el vivir de modo permanente en una misma ciudad era demostrar vinculaciones con una tradición). Los sofistas sistematizaron el saber (como no había ocurrido en la educación homérica) y sometieron a crítica los valores de la tradición. Sus enseñanzas trataban sobre las relaciones entre las clases sociales, las relaciones entre los estados, entre los libres y los esclavos, el origen y fundamento de las leyes, la religión, los dioses, etc.

De sus múltiples enseñanzas, lo que más interesó a los griegos fue su constante referencia al principio de la convención (nómos): la ley dejó de ser mostrada como algo inmutable y se la presentó como el resultado de un pacto entre los hombres que puede ser alterado en función de las circunstancias. La acción humana no era natural (physis) sino que estaba sujeta a los intereses y valores sociales. Desde su relativismo se puede arrasar con todas las creencias morales firmes.

Aquí es donde Sócrates reacciona. Le parecía inaudito que no pudiera existir un conocimiento definitivo, claro y verdadero sobre las virtudes morales, por lo que rechazó el relativismo y el convencionalismo y fundamentó la universalidad de la ley moral en la naturaleza humana. Para él, los males de Atenas eran consecuencia de la ignorancia, por lo que optó por la tarea de educar a sus ciudadanos mediante el método mayéutico (dialogar con alguien para hacerle sacar lo que ya estaba dentro de él) e irónico (al afirmar que él no sabía nada y dejar derrotados a sus contrincantes les hacía ver que ellos sabían aún menos que él) para que alcanzaran la felicidad a través del bien.

Platón también siguió los pasos de Sócrates y reaccionó contra el relativismo sofista y contra la democracia ateniense, pues ésta había degenerado en una lucha entre partidos e intereses personales que habían sumido a Atenas en la decadencia. Así, propone un modelo ideal de estado gobernado aristocráticamente por los filósofos, orientados hacia la justicia y el bien. Para Platón, frente al ideal democrático de la extensión uniforme del saber a todas las clases sociales, la educación consiste en la sucesiva elección de determinados individuos que van mostrando crecientes capacidades para elevarse a un grado de abstracción tal que les permita comprender las Ideas. Sólo estos tienen que ser educados y no la totalidad de los individuos, pues para ser comerciante, artesano o productor no se necesita tener conocimientos superiores y basta con los tradicionales de la música y la gimnástica. Si en los sofistas la educación pretendía ser democrática, aunque pagando, en Platón, siendo gratuita sólo está dirigida a unos pocos elegidos.

La educación en Platón está completamente al servicio de los fines del Estado, que es quien organiza la vida de los hombres.

LOS REGÍMENES POLÍTICOS

La sociedad perfecta está basada en la Aristocracia, en la que gobiernan los mejores, educados bajo el sistema platónico, cumpliendo cada estamento los fines que le son propios. Ahí es donde se alcanza la justicia verdadera. Trabajan no por dinero ni por honores, sino por amor a la verdad, que es lo que corresponde a los filósofos. No obstante, a causa de aconteceres fortuitos y de la mezcla de las clases entre sí olvidando los principios eugenésicos del control estatal de las uniones sexuales, se producen desequilibrios que llevan a una sucesiva degeneración de los regímenes políticos. Las formas degenerativas de gobierno son una sucesiva degradación del alma humana porque se producen uniones sexuales que no dan los resultados previstos. Los desequilibrios se producen cuando una clase social usurpa las funciones de la clase gobernante, de tal manera que si gobierna el alma irascible (la clase militar) y se pierde el interés por el bien común y la justicia, la sociedad se rige por el principio del honor y del valor: es la Timocracia. Una siguiente degeneración es el gobierno del alma sensual, priorizando el interés económico: es la Oligarquía, una minoría rica que gobierna en beneficio propio y para su enriquecimiento personal. Una degeneración posterior es que se extienda el deseo de gobernar a la totalidad del pueblo, como consecuencia del régimen de injusticia instaurado por los oligarcas; el pueblo (demos) se hace con el poder y todos se creen con derecho a mandar e imponer su voluntad: es la Democracia. Finalmente, el peor régimen de todos es la Tiranía, cuando uno, a causa del caos que impera en la Democracia, de la lucha de todos contra todos y del empobrecimiento de la polis, establece un régimen personal del que sólo él se beneficia y en el que se eliminan todas las libertades.

Racionalismo político de Platón: un Estado justo ha de estar gobernado por los filósofos (la razón), al igual que la cabeza dirige el resto del cuerpo.

Analogía entre la política y la ciencia médica griega: de la misma manera que una persona sana y armoniosa muestra equilibrio y moderación, en un Estado justo cada uno conoce y realiza su función en el conjunto. Referencia a la teoría hipocrática de la salud como equilibrio entre tres fluidos: la sangre, la flema y la bilis.

Una crítica al pensamiento político platónico como representante de una sociedad cerrada y totalitaria en la que la libertad individual está sofocada por el Estado puede verse en la obra de Kart Popper: La sociedad abierta y sus enemigos.

EL VALOR PARADIGMÁTICO DE LAS MATEMÁTICAS EN LA EDUCACIÓN

La educación tradicional griega se centraba en el conocimiento de los textos literarios de Homero y en una educación gimnástica con el fin de fortalecer el cuerpo y prepararse para la guerra. Para Platón, estos conocimientos son insuficientes para los que hayan de ser los futuros gobernantes en su ciudad ideal.

Los conocimientos matemáticos sirven de propedéutica (una especie de gimnasia mental) para el ascenso del alma al mundo de las Ideas. Pues, aunque las matemáticas usan figuras (sensibles) para ayudarse, los conceptos en ella expresados representan las características de las ideas: inmutabilidad, inmaterialidad, racionalidad. La verdad de las matemáticas es indiscutible (no opinable, dóxa) y tiene la forma de un modo discursivo de razonar totalmente alejado de la experiencia.

Platón, dentro del contexto matemático, siempre advierte que esas ciencias, interesan, con frecuencia, por su vertiente pragmática, aplicada: la aritmética tiene propósitos estratégicos, la geometría vale para la agrimensura, la astronomía tiene aplicaciones agrícolas. Pero, para Platón, ninguno de esos fines son intrínsecos a cada una de esas ciencias, sino su tratamiento del número en sí (Aritmética), de la distancia en sí (Geometría), del volumen en sí (Estereogeometría) y del movimiento en sí (Astronomía) [La Astronomía se ocupa de los cuerpos celestes, que para los griegos eran divinos y tenían movimientos circulares y uniformes]. Por eso Platón las va colocando sucesivamente como escalones de mayor grado de abstracción, que es lo que permitirá el acceso final al mundo de las Ideas.

Por lo tanto, el conocimiento (y la educación asociada a él) van desde la mera opinión (dóxa) al conocimiento sensible expresado en los saberes experimentales (sensibles), accediendo posteriormente a los grados de abstracción teórica (matemática), para acabar, finalmente, en el conocimiento de las verdaderas esencias de las cosas.

Dicho en lenguaje actual, sería como empezar con el conocimiento ordinario de la gente corriente, pasar al del ingeniero (como ciencia aplicada a la tecnología), seguir con el del teórico de las ciencias (ciencia pura) y, finalmente, llegar a la Filosofía.

EL PAPEL DEL FILÓSOFO EN LA POLIS

El filósofo, es decir, el amante de la verdad, será el único capacitado (o capacitada, puesto que en orden al ejercicio del poder Platón no hace una discriminación de género) para dirigir el Estado, porque sólo él tendrá el verdadero conocimiento del bien y la justicia, que son únicos, eternos, inmutables y no susceptibles de opinión o discusión.

El filósofo, que por su especial y exigente educación es fuerte, honrado, sacrificado y sabio, será el contemplador de las Ideas y en consecuencia el demiurgo social. Todos los otros estamentos sociales tendrán que subordinarse a él, aunque nunca irá al poder por ambición ni por deseos de enriquecimiento, sino sólo por la obligación ética que tiene contraída con la propia sociedad que lo ha educado para ese fin.

Entre sus ocupaciones fundamentales se hallará, aparte de la del gobierno, la de elegir a nuevos futuros filósofos a los que someterá a las mismas disciplinas educativas, asegurándose de esta manera la estabilidad de la polis y garantizándose la justicia en el futuro.

Los que han sido elegidos para ser los futuros gobernantes lo tienen todo en común (comunitarismo platónico, prohibición de la propiedad privada). Viven en una perfecta igualdad entre sí. No tienen nada en propiedad, hacen la vida en común y son educados en común. Se reproducen entre sí, pero sin llegar a conocer cuáles son sus hijos (que pasan a depender del Estado). Sus uniones sexuales son vigiladas y programadas (eugenesia). Son servidores completos del Estado.

Contexto histórico

Fuente: boj.pntic.mec.es/jgomez46/documentos/hfia/Platon.pdf

Platón vivió entre los siglos V y IV a.C. Entonces Grecia era un conglomerado de ciudadesestado
independientes y autogobernadas. El territorio que abarcaba comprendía la península
del Peloponeso, la Magna Grecia (sur de Italia), Sicilia y numerosas islas del Mediterraneo.
Durante el siglo VI a.C., el florecimiento cultural y comercial se había producido en las costas
de Jonia (Mileto) y de la Magna Grecia (Trotona y Siracusa), mientras que en el Peloponeso
Esparta imponía una hegemonía militar. Entre tanto los atenienses intentaban crear una
organización socioeconómica estable gracias a Solón (594 a.C.) y Pisístatro (545 a.C). Solón
liberó de la servidumbre económica a los campesinos pobres, redujo considerablemente las
deudas que afectaban a los bienes raíces, dividió la sociedad en cuatro clases según los
bienes de cada ciudadano (las tres clases superiores debían cumplir tres años de servicio
militar mientras que la cuarta se dedicaba a los trabajos serviles y no eran elegibles en la
Asamblea) y creo el Consejo de los Cuatrocientos o comité ejecutivo de la Asamblea. Pisístrato
incentivó el cultivo de la vid y olivo, además del que ya tenían de los cereales, mejorando el
balance comercial con las otras ciudades, fomentó la industria de la cerámica ateniense y
estimuló la inmigración de artesanos extranjeros.
Tras la invasión persa de Asia Menor, se reduce el influjo griego en la zona del mar Egeo y
Atenas se convierte en el centro de poder jonio. La invasión de los persas llega hasta las tierras
griegas y se inician las guerras médicas. En la primera guerra los griegos vencen en la batalla
de Maratón. Sin embargo en una segunda invasión, siendo rey Jerjes, los persas derrotan a los
griegos en el desfiladero de las Termópilas, defendido por los espartanos, y arrasan el Ática y
Atenas. Los griegos preparan la revancha con una flota marítima con la iniciativa de Atenas,
venciendo en la batalla naval de Salamina. Atenas queda fortalecida y progresivamente
adquiere la hegemonía sobre el resto de ciudades griegas, con la manifiesta oposición y
disgusto de Esparta. Con Pericles Atenas llega a su máximo esplendor. Instaura un sistema
democrático donde todos los ciudadanos, salvo las mujeres, los esclavos y los extranjeros,
forman parte de la Asamblea en la que son elegidos por sorteo o votación todos los cargos
públicos de la ciudad. Pronto imitan este modelo político el resto de ciudades griegas, aunque
también surgirán interna y externamente oposición. La oposición interna la llevan a cabo los
aristócratas que se resisten a perder los privilegios tradicionales. La oposición externa la
ejerce, como no, Esparta, que ve amenazado su régimen aristocrático-militar. Se produce, así
la primera guerra del Peloponeso (entre los propios griegos). Se resuelve con la creación de
dos Ligas, la del Peloponeso liderada por Esparta y la de Delos liderada por Atenas. Otras dos
guerra, en medio de las cuales muere Pericles, dan al traste con la hegemonía y prosperidad
de Atenas. Derrotada, tuvo que entregar la flota de que tanto se enorgullecía y ver destruidas
sus murallas (404 a.C.).
Esparta impone en Atenas el gobierno de los Treinta Tiranos. Platón tenía entonces 24 años y
de dicho gobierno formaban parte su primo Crítias y su tío Cármides. Ya entonces apuntaba un
rechazo a la democracia. El rechazo se hizo mayor cuando, nuevamente reinstaurada la
democracia (402 a.C.), ésta condena a muerte a su maestro y amigo Sócrates (399 a.C.).
Este acontecimiento marca el inicio de la obra filosófica de Platón. Inicialmente se había
preparado para intervenir en política, pero tanto los crímenes del gobierno de los 30 tiranos
como la posterior venganza de los demócratas, le llevaron al convencimiento de que la solución
a los males sociales solo podría estar basada en la filosofía. En un principio se limita a recoger
el pensamiento socrático, pero después, y tras viajar temiendo ser perseguido también,
desarrollará un pensamiento que, aunque Sócrates lo había apuntado, no lo llegó a desarrollar
con la precisión y madurez de Platón. El diálogo Menon se sitúa precisamente en ese período
de transición hacia nuevas formas de pensamiento.
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Contexto sociocultural
Atenas era entonces un mercado donde se ofrecían y demandaba ideas y creencias de la más
diversa procedencia. Acudían los más ilustres médicos, artistas, filósofos… Los sofistas
ofrecían los conocimientos necesarios para triunfar en la vida. El arte vivía momentos de
esplendor: con Pericles, los arquitectos Ictinos y Calícrates levantan el Partenón, Fidias crea
las famosas esculturas que lo decoran, Sófocles triunfa con sus tragedias y Aristófanes con las
comedias.
Contexto filosófico
Nacimiento de la filosofía. Presocráticos: importancia de la naturaleza. Pluralistas: dificultad
para terminar conociendo la naturaleza. Esto y los intereses de la democracia ateniense
hicieron que el hombre se volviera el centro de interés: sofistas y Sócrates.
Períodos de su obra
1. Diálogos socráticos de juventud (399-389):
Tras la muerte de Sócrates, Platón y algunos discípulos se refugian en Megara, donde
permanecen unos tres años. Después hace algunos viajes a Egipto y probablemente a Italia.
En esta época mantiene total fidelidad a las enseñanzas de Sócrates y la virtud será su tema
central. Obras: Apología de Sócrates (defensa de Sócrates ante el tribunal que lo condenó a
muerte), Critón (donde Sócrates explica por qué se niega a escapar de la cárcel), Laques
(sobre el valor), Cármides (sobre la templanza), Lisis (sobre la amistad) Eutifrón (sobre la
piedad), Ion (sobre la poesía) y Protágoras, el más importante, donde se plantea si la virtud
puede ser enseñada y se perfila el concepto socrático de la virtud como forma de saber.
2. Diálogos de transición (388-385):
Platón viaja a Italia y entra en contacto con algunos pitagóricos célebres, cuyo influjo será
considerable (inmortalidad y transmigración del alma, vida comunitaria de los filósofos, temas
cosmológicos, importancia de las matemáticas, música, etc.). Después marcha a Sicilia, donde
conoce al cuñado del tirano que allí gobernaba (Dionisio I de Siracusa). Criticó, parece, la vida
escandalosa y fastuosa de la corte, motivo por el cual parece que Dionisio lo vendió como
esclavo. Un amigo -Anniceris de Cirene- lo rescató y consiguió volver a Atenas. Allí funda la
Academia (estaba cerca del templo dedicado al héroe Academos), inspirándose en parte en las
comunidades filosóficas pitagóricas. Por su estilo y funcionamiento, puede considerarse la
primera universidad occidental. Mantuvo su actividad hasta el año 549 de nuestra era.
Predominan los problemas políticos -enfrentamiento de Sócrates con los sofistas y contra la
democracia-. Se nota la influencia del pitagorismo y de algunas corrientes religiosas como el
orfismo (en el tema de la preexistencia del alma). Primeros esbozos de la teoría de las ideas. El
Gorgias trata sobre la retórica y la justicia, e incluye una crítica contra la democracia ateniense
y un mito sobre la inmortalidad. El Menón analiza también si la virtud puede ser enseñada, se
plantea la inmortalidad del alma y apunta la idea del conocimiento como reminiscencia. Crátilo
(naturaleza/convención; teoría de las Ideas); Hipias Mayor (sobre la belleza); Hipias Menor
(sobre la mentira y la verdad), Eutidemo (sobre la erística sofística) y Menéxeno (una parodia
de las oraciones fúnebres).
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3. Diálogos de madurez (385-370)
Platón dirige su Academia, en Atenas. En esta época elabora su teoría de las Ideas y una
teoría completa del Estado. Presenta a Sócrates mucho más convencido de sus ideas, como
poseedor de la verdad. Es ahora cuando Platón redacta sus principales mitos. Diálogos
fundamentales: el Banquete (teoría platónica del amor y de las Ideas); Fedón (diálogo de
Sócrates en la cárcel sobre la inmortalidad del alma y la filosofía); La República (el más
extenso, sobre el Estado y las principales reflexiones de la filosofía); el Fedro (sobre el amor, la
belleza y el alma).
4. Diálogos críticos (369-362)
Vuelve a Siracusa con la esperanza de poder poner en práctica sus ideas sobre el Estado,
muerto ya el tirano Dionisio I. Acusan de conspirador al protector de Platón y éste permanece
dos años prisionero en Siracusa, antes de poder volver a Atenas.
Ahora, sus diálogos son bastante críticos respecto a sus teorías anteriores. El estilo es más
difícil y presta mayor atención a los problemas lógicos. Desaparecen los mitos (excepto uno
contenido en el Sofista). Otros diálogos: Parménides (una autocrítica a la Teoría de las
Ideas), Teeteto (una búsqueda infructuosa sobre el conocimiento), el Político (que debería
haber sido completado con otro que nunca llegó a escribir, el Filósofo). Se deslindan los
conceptos filósofo-político y Sócrates deja de ser el personaje principal. Emplea un nuevo
método en la búsqueda de definiciones, la diáiresis (divisiones dicotómicas).
5. Últimos diálogos (361-347):
Platón vuelve a Siracusa otra vez y de nuevo lo embrollan y termina hecho prisionero. Vuelve a
Atenas gracias a la mediación de otro amigo influyente.
Abandona las cuestiones metafísicas y se interesa por la cosmología (con influencia del
pitagorismo) y la historia. Políticamente, se vuelve más duro y conservador. Diálogos:
Filebo (sobre el placer y el bien); Timeo (una cosmología inicial e historia del universo, con
todos los conocimientos de la época); Critias (donde describe la primitiva Atenas y la
Atlántida); y Las Leyes (sobre la ciudad ideal con las leyes ideales, que no pudo revisar ni pulir
porque le sorprendió la muerte). Sorprende en este diálogo su pesimismo e intolerancia,
derivados probablemente de su desilusión ante el fracaso de tantos proyectos como inició.
Su obra, por tanto, no es una serie de libros sistemáticos, sino diálogos que resumen a
menudo las discusiones mantenidas en la Academia. Muchas de sus teorías están vertidas en
un sofisticado ropaje mítico y literario, del que cuesta desprender las reflexiones típicamente
filosóficas.
Influencias recibidas
En la exposición de la teoría de las Ideas podemos apreciar numerosas influencias de filósofos
anteriores a Platón:
? De Heráclito toma el sentido de la dialéctica, es decir, la importancia de analizar los
elementos opuestos para alcanzar una síntesis o conclusión en una determinada
investigación.
? De Pitágoras hereda la importancia que concede a la geometría, hasta el punto de poner
como inscripción en la entrada de la Academia: «No entre aquí nadie que no sepa
geometría». Toma también la idea de que el alma pertenece al mundo eterno y no al
transitorio y que se reencarna; así mismo que el cuerpo es una prisión para el alma, que la
muerte es una liberación y que es necesaria la purificación.
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? De Sócrates asimila gran parte de sus doctrinas, y a él le dedica casi todos sus diálogos.
Sócrates afirmaba que podemos hallar definiciones universalmente válidas y
comprensibles. En él se inspira para afirmar la existencia del mundo noético y de él toma
su concepción del saber y el camino para alcanzarlo.
La influencia de Parménides se aprecia en todas sus teorías sobre las Ideas y la realidad del
ser. El verdadero objeto de conocimiento es la verdadera realidad, lo inmutable, estable y
permanente, el ser; El mundo de los sentidos no es objeto de ciencia porque cambia.
Desde este punto de vista podemos decir que Platón representa la primera síntesis filosófica en
la historia del pensamiento, al intentar una mediación entre el pensamiento de Heráclito y el de
Parménides. Esto le lleva a sostener, por un lado, que existen conceptos estables, realidades
permanentes, al mismo tiempo que, por otro lado, existen también las cosas mutables y
efímeras que nos muestra el conocimiento sensible. En definitiva, postula la existencia de una
doble realidad (el mundo de las ideas y el mundo sensible) y dos formas de conocimiento (el
conocimiento sensible y el intelectual o racional).
Propósito de su obra.
La preocupación principal de Platón era la política. Su primer objetivo fue intentar buscarle
a la vida en la ciudad, al ser humano y al Estado un fundamento estable y firme en el orden
eterno del ser, objetivo e independiente de gustos y consideraciones personales. Pensaba que
esta tarea sólo podía realizarla el filósofo, o bien un rey que llegara a ser filósofo (Política).
Para conseguir establecer esta nueva sociedad, sintió la necesidad de crean sus bases
mediante la respuesta a las preguntas ¿Qué es el hombre? ¿Cómo ha de vivir? (Ética). Sin
embargo no podía responder sin antes establecer cuál era la naturaleza de todas las cosas y
qué podíamos conocer (Ontología y gnoseología).

Thursday, October 05, 2006

Texto propuesto para las PAU

Platón

(Libro VII de la República. Ed. Gredos, páginas 338-348. Madrid, 1.986)

-Después de eso -proseguí- compara nuestra naturaleza respecto de su educación y de su falta de educación con una experiencia como ésta. Represéntate hombres en una morada subterránea en forma de caverna, que tiene la entrada abierta, en toda su ex- tensión, a la luz. En ellas están desde niños con las piernas y el cuello encadenados, de modo que deben permanecer allí y mirar sólo delante de ellos, porque las cadenas les impiden girar en derredor la cabeza. Más arriba y más lejos se halla la luz de un fuego que brilla detrás de ellos; y entre el fuego y los prisioneros hay un camino más alto, junto al cual imagínate un tabique construido de lado a lado, como el biombo que los titiriteros levantan delante del público para mostrar, por encima del biombo, los muñecos.

-Me lo imagino...

-Imagínate ahora que, del otro lado del tabique , pasan sombras que llevan toda clase de utensilios y figurillas de hombres y otros animales, hechos en piedra y madera y de diversas clases; y entre los que pasan unos hablan y otros callan.

-Extraña comparación haces, y extraños son esos prisioneros.

-Pero son como nosotros. Pues en primer lugar, ¿crees que han visto de sí mismos, unos de los otros, otra cosa que las sombras proyectadas por el fuego en la parte de la caverna que tienen frente a sí?

-Claro que no, si toda su vida están forzados a no mover las cabezas.

-¿Y no sucede lo mismo con los objetos que llevan los que pasan del otro lado del tabique?

-Indudablemente.

-Pues entonces, si dialogaran entre sí, ¿note parece que entenderían estar nombrando a los objetos que pasan y que ellos ven?(1)

-Necesariamente.

-Y si la prisión contara con un eco desde la pared que tienen frente a sí, y algunos de los que pasan del otro lado del tabique hablara, ¿no piensas que creerían que lo que oyen proviene de la sombra que pasa delante de ellos?

-¡Por Zeus que sí!

-¿Y que los prisioneros no tendrían por real otra cosa que las sombras de los objetos artificiales transportados?

-Es de toda necesidad.

-Examina ahora el caso de una liberación de sus cadenas y de una curación de su ignorancia, ¿qué pasaría si naturalmente(2) les ocurriese que uno de ellos fuera liberado y forzado a levantarse de repente, volver el cuello y marchar mirando a la luz y, al hacer todo esto, sufriera y a causa del encandilamiento fuera incapaz de percibir aquellas cosas cuyas sombras había visto antes? ¿Qué piensas que respondería si se le dijese que lo que había visto antes eran fruslerías y que ahora, en cambio, está más próximo a lo real, vuelto hacia cosas más reales y que mira correctamente? Y si se le mostrara cada uno de los objetos que pasan del otro lado del tabique y se le obligara a contestar preguntas sobre lo que son, ¿no piensas que se sentirá en dificultades y que considerará que las cosas que antes veía eran más verdaderas que las que se le muestran ahora?

-Mucho más verdaderas.

-Y si se le forzara a mirar hacia la luz misma, ¿no le dolerían los ojos y trataría de eludirla, volviéndose hacia aquellas cosas que podía percibir, por considerar que éstas son realmente más claras que las que se le muestran?

-Así es.

-Y si a la fuerza se lo arrastrara por una escarpada y empinada cuesta, sin soltarlo antes de llegar hasta la luz del sol, ¿no sufriría acaso y se irritaría por ser arrastrado y, tras llegar a la luz, tendría los ojos llenos de fulgores que le impedirían ver uno solo de los objetos que ahora decimos que son los verdaderos?

-Por cierto, al menos inmediatamente.

-Necesitaría acostumbrarse, para poder llegar a mirar las cosas de arriba. En primer lugar miraría con mayor facilidad las sombras, y después las figuras de los hombres y de los otros objetos reflejados en el agua, luego los hombres y los objetos mismos. A continuación contemplaría de noche lo que hay en el cielo y el cielo mismo, mirando la luz de los astros y la luna más fácilmente que, durante el día, el sol y la luz del sol.

-Sin duda.

-Finalmente, pienso, podría percibir el sol, no ya en imágenes en el agua o en otros lugares que le son extraños, sino contemplarlo cómo es en sí y por sí, en su propio ámbito.

-Necesariamente.

-Después de lo cual concluiría, con respecto al sol, que es lo que produce las estaciones y los años y que gobierna todo el ámbito visible y que de algún modo es causa de las cosas que ellos habían visto.

-Es evidente que, después de todo esto, arribaría a tales conclusiones.

-Y si se acordara de su primera morada, del tipo de sabiduría existente allí y de sus entonces compañeros de cautiverio, ¿no piensas que se sentiría feliz del cambio y que los compadecería?

-Por cierto.

-Respecto de los honores y elogios que se tributaban unos a otros, y de las recompensas para aquel que con mayor agudeza divisara las sombras de los objetos que pasaban detrás del tabique, y para el que mejor se acordase de cuáles habían desfilado habitualmente antes y cuáles después, y para aquel de ellos que fuese capaz de adivinar lo que iba a pasar, ¿te parece que estaría deseoso de todo eso y que envidiaría a los más honrados y poderosos entre aquellos? ¿O más bien no le pasaría como al Aquiles de Homero, y "preferiría ser un labrador que fuera siervo de un hombre pobre”(3) o soportar cualquier otra cosa, antes que volver a su anterior modo de opinar y a aquella vida?

-Así creo también yo, que padecería cualquier cosa antes que soportar aquella vida.

-Piensa ahora esto: si descendiera nuevamente y ocupara su propio asiento, ¿no tendría ofuscados los ojos por las tinieblas, al llegar repentinamente del sol?

-Sin duda.

-Y si tuviera que discriminar de nuevo aquellas sombras, en ardua competencia con aquellos que han conservado en todo momento las cadenas, y viera confusamente hasta que sus ojos se reacomodaran a ese estado y, se acostumbraran en un tiempo nada breve, ¿no se expondría al ridículo y a que se dijera de él que, por haber subido hasta lo alto, se había estropeado los ojos, y que ni siquiera valdría la pena intentar marchar hacia arriba? Y si intentase desatarlos y conducirlos hacia la luz, ¿no lo matarían, si pudieran tenerlo en sus manos y matarlo?

-Seguramente.

-Pues bien, querido Glaucón, debemos aplicar íntegra esta alegoría a lo que anteriormente ha sido dicho, comparando la región que se manifiesta por medio de la vista con la morada-prisión, y la luz del fuego que hay en ella con el poder del sol; compara, por otro lado, el ascenso y contemplación de las cosas de arriba con el camino del alma hacia el ámbito inteligible, y no te equivocarás en cuanto a lo que estoy esperando, y que es lo que deseas oír. Dios sabe si esto es realmente cierto; en todo caso, lo que a mí me parece es que lo que dentro de lo cognoscible se ve al final, y con dificultad, es la Idea del Bien. Una vez percibido, ha de concluirse que es la causa de todas las cosas rectas y bellas, que en el ámbito visible ha engendrado la luz y al señor de ésta, y que en el ámbito inteligible es señora y productora de la verdad y de la inteligencia, y que es necesario tenerla en vista para poder obrar con sabiduría tanto en lo privado como en lo público.

-Comparto tu pensamiento, en la medida que me es posible.

-Mira también si lo compartes en esto: no hay que asombrarse de que quienes han llegado allí no estén dispuestos a ocuparse de los asuntos humanos, sino que sus almas aspiran a pasar el tiempo arriba; lo cual es natural, si la alegoría descrita es correcta también en esto.

-Muy natural.

-Tampoco seria extraño que alguien que, de contemplar las cosas divinas, pasara a las humanas, se comportase desmañadamente y quedara en ridículo por ver de modo confuso y, no acostumbrado aún en forma suficiente a las tinieblas circundantes, se viera forzado, en los tribunales o en cualquier otra parte, a disputar sobre sombras de justicia o sobre las figurillas de las cuales hay sombras, y a reñir sobre esto del modo en que esto es discutido por quienes jamás han visto la Justicia en sí.

-De ninguna manera sería extraño.

-Pero si alguien tiene sentido común, recuerda que los ojos pueden ver confusamente por dos tipos de perturbaciones: uno al trasladarse de la luz a la tiniebla, y otro de las tiniebla a la luz; y al considerar que esto es lo que le sucede al alma, en lugar de reírse irracionalmente cuando la ve perturbada e incapacitada de mirar algo, habrá de examinar cuál de los dos casos es: si es que al salir de una vida luminosa ve confusamente por falta de hábito, o si, viniendo de una mayor ignorancia hacia lo más luminoso, es obnubilada por el resplandor. Así, en un caso se felicitará de lo que le sucede y de la vida a que accede; mientras en el otro se apiadará, y, si se quiere reír de ella, su risa será menos absurda que si se descarga sobre el alma que desciende desde la luz.

-Lo que dices es razonable.

-Debemos considerar entonces, si esto es verdad, que la educación no es como la proclaman algunos. Afirman que, cuando la ciencia no está en el alma, ellos la ponen, como si se pusiera la vista en ojos ciegos.

-Afirman eso, en efecto.

-Pues bien, el presente argumento indica que en el alma de cada uno hay el poder de aprender y el órgano para ello, y que, así como el ojo no puede volverse hacia la luz y dejar las tinieblas si no gira todo el cuerpo, del mismo modo hay que volverse desde lo que tiene génesis con toda el alma, hasta que llegue a ser capaz de soportar la contemplación de lo que es, y lo más luminoso de lo que es, que es lo que llamamos el Bien. ¿No es así?

-Sí.

-Por consiguiente, la educación sería el arte de volver este órgano del alma del modo más fácil y eficaz en que puede ser vuelto, mas no como si le infundiera la vista, puesto que ya la posee, sino, en caso de que se lo haya girado incorrectamente y no mire adonde debe, posibilitando la corrección.

-Así parece, en efecto.

-Ciertamente, las otras denominadas "excelencias" del alma parecen estar cerca de las del cuerpo, ya que, si no se hallan presentes previamente, pueden después ser implantadas por el hábito y el ejercicio: pero la excelencia del comprender da la impresión de corresponder más bien a algo más divino, que nunca pierde su poder, y que según hacia dónde sea dirigida es útil y provechosa, o bien inútil y perjudicial. ¿O acaso no te has percatado de que esos que son considerados malvados, aunque en realidad son astutos, poseen un alma que mira penetrantemente y ve con agudeza aquellas cosas a las que se dirige, porque no tiene la vista débil sino que está forzada a servir al mal, de modo que, cuanto más agudamente mira, tanto más mal produce?

-¡Claro que sí!

-No obstante, si desde la infancia se trabajara podando en tal naturaleza lo que, con su peso plomífero y su afinidad con lo que tiene génesis y adherido por medio de la glotonería, lujuria y placeres de esa índole, inclina hacia abajo la vista del alma; entonces, desembarazada ésta de ese peso, se volvería hacia lo verdadero, y con este mismo poder en los mismos hombres vería del modo penetrante con que ve las cosas a las cuales está ahora vuelta.

-Es probable.

-¿Y no es también probable, e incluso necesario a partir de lo ya dicho, que ni los hombres sin educación ni experiencia de la verdad puedan gobernar adecuadamente alguna vez el Estado, ni tampoco aquellos a los que se permita pasar todo su tiempo en el estudio, los primeros por no tener a la vista en la vida la única meta(4) a que es necesario apuntar al hacer cuanto se hace privada o públicamente, los segundos por no querer actuar, considerándose como si ya en vida estuviesen residiendo en la Isla de los Bienaventurados?(5)

-Verdad.

-Por cierto que es una tarea de nosotros, los fundadores de este Estado, la de obligar a los hombres de naturaleza mejor dotada a emprender el estudio que hemos dicho antes que era el supremo contemplar el Bien y llevar a cabo aquel ascenso y, tras haber ascendido y contemplado suficientemente, no permitirles lo que ahora se les permite.

-¿A qué te refieres?

-Quedarse allí y no estar dispuesto a descender junto a aquellos prisioneros, ni participar en sus trabajos y recompensas, sean éstas insignificantes o valiosas.

-Pero entonces -dijo Glaucón- ¿seremos injustos con ellos y les haremos vivir mal cuando pueden hacerlo mejor?

-Te olvidas nuevamente(6), amigo mío, que nuestra ley no tiende a que una sola clase lo pase excepcionalmente bien en el Estado, sino que se las compone para que esto suceda en todo el Estado, armonizándose los ciudadanos por la persuasión o por la fuerza, haciendo que unos a otros se presten los beneficios que cada uno sea capaz de prestar a la comunidad. Porque si se forja a tales hombres en el Estado, no es para permitir que cada uno se vuelva hacia donde le da la gana, sino para utilizarlos para la consolidación del Estado.

-Es verdad; lo había olvidado, en efecto.

-Observa ahora, Glaucón, que no seremos injustos con los filósofos que han surgido entre nosotros, sino que les hablaremos en justicia, al forzarlos a ocuparse y cuidar de los demás. Les diremos, en efecto, que es natural que los que han llegado a ser filósofos en otros Estados no participen en los trabajos de éstos, porque se han criado por sí solos, al margen de la voluntad del régimen político respectivo; y aquel que se ha criado solo y sin deber alimento a nadie, en buena justicia no tiene por qué poner celo en compensar su crianza a nadie. "Pero a vosotros os hemos formado tanto para vosotros mismos como para el resto del Estado, para ser conductores y reyes de los enjambres, os hemos educado mejor y más completamente que a los otros, y más capaces de participar tanto en filosofía como en la política. Cada uno a su turno, por consiguiente, debéis descender hacia la morada común de los demás y habituaros a contemplar las tinieblas; pues, una vez habituados, veréis mil veces mejor las cosas de allí y conoceréis cada una de las imágenes y de qué son imágenes, ya que vosotros habréis visto antes la verdad en lo que concierne a las cosas bellas, justas y buenas. Y así el Estado habitará en la vigilia para nosotros y para vosotros, no en el sueño, como pasa actualmente en la mayoría de los Estados, donde compiten entre sí como entre sombras y disputan en torno al gobierno, como si fuera algo de gran valor. Pero lo cierto es que el Estado en el que menos anhelan gobernar quienes han de hacerlo es forzosamente el mejor y el más alejado de disensiones, y lo contrario cabe decir del que tenga los gobernantes contrarios a esto".

-Es muy cierto.

-¿Y piensas que los que hemos formado, al oír esto, se negarán y no estarán dispuestos a compartir los trabajos del Estado, cada uno en su turno, quedándose a residir la mayor parte del tiempo unos con otros en el ámbito de lo puro?

-Imposible, pues estamos ordenando a los justos cosas justas. Pero además cada uno ha de gobernar por una imposición, al revés de lo que sucede a los que gobiernan ahora en cada Estado.

-Así es, amigo mío: Si has hallado para los que van a gobernar un modo de vida mejor que el gobernar, podrás contar con un Estado bien gobernado; pues sólo en él gobiernan los que son realmente ricos, no en oro, sino en la riqueza que hace la felicidad: una vida virtuosa y sabia. No, en cambio, donde los pordioseros y necesitados de bienes privados marchan sobre los asuntos públicos, convencidos de que allí han de apoderarse del bien; pues cuando el gobierno se convierte en objeto de disputas, semejante guerra doméstica e intestina acaba con ellos y con el resto del Estado.

-No hay cosa más cierta.

-¿Y sabes acaso de algún otro modo de vida, que el de la verdadera filosofía, que lleve a despreciar el mando político?

-No, por Zeus.

-Es necesario entonces que no tenga acceso al gobierno los que están enamorados de éste; si no, habrá adversario que los combata.

-Sin duda.

-En tal caso, ¿impondrás la vigilancia del Estado a otros que a quienes, además de ser los más inteligentes en lo que concierne al gobierno del Estado, prefieren otros honores y un modo de vida mejor que el del gobernante del Estado?

-No, a ningún otro.

-¿Quieres ahora que examinemos de qué modo se formarán tales hombres, y cómo se los ascenderá hacia la luz, tal como dicen que algunos han ascendido desde el Hades hasta los dioses?

-¿Cómo no habría de quererlo?

-Pero esto, me parece, no es como un voleo de concha(7), sino un volverse del alma desde un día nocturno hasta uno verdadero; o sea, de un camino de ascenso hacia lo que es, camino al que correctamente llamamos “filosofía”.

-Efectivamente

-Habrá entonces que examinar qué estudios tienen este poder.

-Claro está.

-¿Y qué estudio, Glaucón, será el que arranque al alma desde lo que deviene hacia lo que es? Al decirlo, pienso a la vez esto: ¿no hemos dicho que tales hombres debían haberse ejercitado ya en la guerra?

-Lo hemos dicho, en efecto.

-Por consiguiente, el estudio que buscamos debe añadir otra cosa a ésta.

-¿Cuál?

-No ser inútil a los hombres que combaten.

-Así debe ser, si es que eso es posible.

Notas

(1)O sea, los objetos transportados del otro lado del tabique, cuyas sombras, proyectadas sobre el fondo de la caverna, ven los prisioneros.

(2)No se trata de que lo que les sucediese fuera natural –el mismo Platón dice que obrarían “forzados”- sino acorde con la naturaleza humana.

(3)En Od. XI 489-490.

(4)La Idea de Bien.

(5)Desde Píndaro (Olímp. II 70-72) la Isla de los Bienaventurados es el lugar de los justos tras la muerte. Cf. Gorgias 423 a-b.

(6)Cf. Adimanto en IV 419a

(7)La expresión remite a un juego infantil, que Adam interpreta siguiendo a Grasberger: se arrojaba al aire una concha, negra de un lado y blanco de otro, y los jugadores, divididos en dos bandos, gritaban “noche” o “día” (de ahí da “día nocturno” o “día verdadero”, en la frase siguiente, según Forster, citado por Adam). Según de qué lado caía, en un bando echaba a correr y el otro lo perseguía. Platón quiere decir –interpreta Adam siguiendo a Schleiermacher- que la educación no es algo tan intrascendente como dicho juego.